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PERSONAJES

Beatriz doma la tradición

La amazona, hija de Ferrer-Salat, ex presidente del COE, rentabiliza su preparación entre la élite con el bronce en la Copa del Mundo

El pasado día 11 cumplió los 36 años y ayer se subió un poco más a una gloria más que merecida. Beatriz Ferrer-Salat, hija de Carlos, el presidente que revitalizó entre 1987 y 1998, hasta su fallecimiento, el Comité Olímpico Español, fue tercera en la final de la Copa del Mundo de doma, disputada en la localidad holandesa de Hertogenbosch. Se confirmó así definitivamente en la élite de esta especialidad de la hípica, cuya tradición parecía impedir desde siempre la presencia en ella de jinetes o amazonas que no fueran centroeuropeos.

Pero Beatriz, que sabía el camino para conseguirlo, no dudó en infiltrarse en territorio enemigo y en 1990 se fue a Alemania para prepararse. Ella misma dice que fue una especie de aventura, pero que da por bien empleada. Se trataba de estar en la base de este deporte en el que el caballo debe ejecutar unos movimientos concretos obedeciendo a las casi imperceptibles señales que le transmite el jinete. Memorizarlos, prácticamente. Beauvolais, ya con 15 años, es la joya equina de la escuela de Hannover, que monta Beatriz y sobre la que también ha basado sus éxitos. Está en Alemania, aunque Beatriz ya hace tiempo que reside y dirige sus empresas en Barcelona.

Acababa de ganar hace apenas una semana en París su tercera prueba de la Copa del Mundo, tras sus triunfos anteriores en Malinas (Bélgica) y San Patrignano (Italia). Pero no era segura su victoria ante las potentes escuelas alemana y, actualmente, también holandesa y danesa. De hecho, a viejas leyendas germanas como Reiner Klimke, sobre todo (seis medallas de oro y dos de bronce, récords olímpicos en hípica) o Nicole Uphoff, ha seguido Ulla Salzgeber, bronce en los Juegos de Sydney y ganadora ayer. Ya había superado en la prueba previa del viernes a Beatriz, que entonces pudo con el danés Larse Petersen, pero no en la última. En todo caso, era la primera vez que una española (o español, pues la doma es mixta) entraba en una final de de la Copa del Mundo y como primera de la Liga Europea Occidental tras sus victorias previas.

Beatriz empezó en el club de Polo de Barcelona y su padre le compró su primer caballo cuando tenía 15 años. Pero más que facilidades, le enseñó a saber salvarlas. Gracias a su actuación en el Europeo de Luxemburgo de 1995, España pudo participar en doma por primera vez en unos Juegos Olímpicos, los de Atlanta 96. Su padre contó que la había engañado diciéndole que había una plaza de más y que podía lograrla fácilmente. Pero ella le contestó que si era así no tendría mérito y ganó la que valía. El equipo sólo fue 28º en los Juegos, pero se abría un gran camino que en Sydney 2000 subió hasta el quinto puesto. Ahora, en los Juegos Ecuestres Mundiales de Jerez, del 10 al 2 de septiembre, hasta podría llegarse al bronce.

En tiempos en que los saltos de obstáculos ya no han vuelto a dar para España resultados como los históricos de la medalla de oro olímpica por equipos de Amsterdam 1928 (Navarro Morenés, marqués de los Trujillos y Julio García), o nombres como Francisco Goyoaga o Luis Álvarez Cervera, es significativo que haya explotado Beatriz, como Sarasola en el concurso completo, las otras dos modalidades hípicas.

La doma es tan antigua que existen indicios de que los griegos la practicaban, pero la versión moderna se atribuye a un noble italiano, Federico Grisone, que fundó una academia de equitación en Nápoles en 1532. Francia siguió el camino y ya en el siglo XX la mayor atracción fue en Alemania, pues resultó fundamental para los soldados en las batallas y en las maniobras. Su debú olímpico fue en Estocolmo 1912, aunque ya hubo saltos en París 1900, pero faltaron después en San Luis 1904 y Londres 1908.

La competición consta de tres ejercicios. Los dos primeros son obligatorios, y en ellos los caballos deben efectuar distintos recorridos y figuras, al paso, al trote, o al galope. En el tercero, libre, ejecutan una coreografía escogida, con un acompañamiento musical. En todo ello, Beatriz y Beauvolais son una de las grandes parejas de moda.

Beatriz, bajo la placa que honra a su padre en el COE.
Beatriz, bajo la placa que honra a su padre en el COE.AS

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