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Reportaje:Internacional | FÚTBOL

Al paro por vengativos

Cohen hizo perder a su equipo para perjudicar a otro que le debía dinero y Georges quiso romper una pierna a un jugador por un codazo

La venganza fría, madurada con el tiempo, no es sólo cosa de mafiosos y amantes despechados. También es cosa de futbolistas. A Yisrael Cohen, un defensa israelí del Hapoel Haifa, y Georges Santos, un medio marsellés del Sheffield, la vendetta les ha dejado en el paro, pero con el rencor apaciguado. Los dos jugadores prefirieron anteponer sus sentimientos a los intereses de sus respectivos clubes.

Cohen se empeñó en un partido, a finales del pasado mes de febrero, en cometer un penalti. Lo intentó a lo largo de los 90 minutos. Una aparatosa llave de yudo en la prolongación le sirvió para conseguir su propósito. Su equipo perdió el encuentro contra el Maccabi Haifa (2-1) y, gracias a esa derrota, un tercer club, el Hapoel Tel Aviv, sólo quedó el segundo en la Liga; rozó el campeonato, pero lo perdió en el último instante.

Sucedía que el Hapoel Tel Aviv debía dinero a Cohen, que había militado varias temporadas en ese club, y el defensa no estaba dispuesto a perdonarle la deuda. Así, se la hizo pagar con creces.

Santos estuvo a punto de quedarse tuerto por un codazo que le propinó Andy Johnson, del West Bronwich. Seis meses despues, el pasado sábado, con una protesis de titanio alojada bajo la piel en el pómulo a causa de ese incidente, Georges se volvió a cruzar con Johnson. El medio francés cogió carrerilla y se lanzó con los dos pies juntos contra las piernas de su rival a la altura de las espinillas.

Johnson voló dando una voltereta en el aire y convertido 'en una bailarina', según describía la prensa británica. Afortunadamente, se dio cuenta de las intenciones de Georges y saltó antes de recibir el impacto de lleno. Si no, ahora, tendría las dos piernas convertidas en astillas. A Georges poco le importó que su equipo fuera perdiendo el partido.

Cohen y Santos han sido expulsados de sus clubes respectivos. Pero la historia de sus venganzas va más allá. Cohen fue perseguido por varios detectives del Hapoel Tel Aviv y pasó a disposición judicial. Detenido por la policía israelí, estuvo una noche en un calabozo y tuvo que someterse a la prueba del detector de mentiras. Realmente, no hacía falta. Las imágenes de su infracción son lo suficientemente claras como para emitir un veredicto: lo hizo a propósito. Aunque él no lo reconociera y, rompiendo a llorar en una cadena de televisión de su país, afirmara: 'Todo es mentira. Quieren acabar con mi carrera por rencor. No he robado, no he matado y no es justo que me traten como a un criminal'.

Santos, a sus 31 años, ha provocado una pequeña revolución en el seno del Sheffield, de la Segunda División inglesa. Neil Warnock, el técnico del equipo, ha pasado a ocupar el centro de la polémica. Al preparador le acusan de arengar a sus jugadores con frases tan ejemplares como: 'Pártele las piernas'. Tanto es así que se podría enfrentar a una querella criminal por incitación a la violencia, un delito tipificado en el Reino Unido.

Pero las acusaciones a Warnock van más allá. Una vez expulsado Georges, el entrenador decidió que varios de sus jugadores se autoexpulsasen para que el partido se suspendiera al no haber sufientes futbolistas presentes en el terreno de juego -no lo consiguió-. Así, Patrick Suffo se eliminó al dar un cabezazo entre los ojos a un rival. 'Me siento perseguido como si fuera Osama Bin Laden', se queja Warnock.

La venganza, según afirma el tópico, se sirve y se disfruta fría, pero también acarrea consecuencias. Es difícil que tanto Cohen como Georges, ambos con la treintena ya superada, vuelvan a vestirse de corto en un campo de fútbol.

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