Convergencias

A los franceses no les gusta que el jefe del Estado y el primer ministro se enzarcen en disputas personales bajo el pretexto de que están en campaña. Bajo este punto de vista está claro que Jospin se equivocó al atacar a su oponente llamándole viejo y cansado, y no ha terminado de pagar este error. (...) Tras cinco años de cohabitación marcados por un esfuerzo de cortés colaboración, la tentación del pugilato es mal entendida por los franceses. La cumbre de Barcelona ha permitido la vuelta a la cooperación más tranquila. (...) La última manifestación pública, en la escena internacional, de la cohabitación a la francesa no ha sufrido ningún tropiezo. Pero a la vez las diferencias políticas entre los dos hombres han cesado, reforzando la impresión de que entre sus programas la diferencia es bastante mínima. Como los dos candidatos no parecen suscitar por sí mismos el entusiasmo de los electores y que la perspectiva de un remake del resultado de 1995 da la sensación de ya visto, la similitud de sus proyectos corre el peligro de sumarse al desinterés que revelan las encuestas. (...) Es cierto que en el proyecto de Jospin hay algunas innovaciones ausentes en el de Chirac, como el derecho al voto de los extranjeros en las elecciones locales, la cobertura-alojamiento universal, la representación de los asalariados en los consejos de administración o el reequilibrio fiscal a favor del trabajo. Pero son insuficientes para dar la sensación de un verdadero enfrentamiento de proyectos e ideas, en vez del de dos personalidades con la desventaja común de haber gobernado juntos durante cinco años.

París, 19 de marzo