_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Monstruos

Un millón de personas se suicidan cada año en el mundo. La noticia, no obstante, es que cada vez se suicidan menos. Históricamente quienes en mayor proporción se daban muerte habitaban en países adelantados porque a los individuos de los países más atrasados la miseria y la guerra no les daba tiempo a escoger. En Occidente se suicidaban, especialmente, los nórdicos, personajes de Igmar Bergman que conferían a la decisión de matarse una hermosura cultísima. En realidad, los países capitalistas podían medir su nivel de vida y educación por la tasa de suicidios anuales mucho más que por cualquier otro coeficiente de riqueza. Quitarse la vida era un lujo unido a una máxima condición intelectual. Sólo los muy lúcidos eran capaces.

Ahora, sin embargo, los estudios indican que va decreciendo en las mismas zonas avanzadas ese destello superior. En una isla de Suecia monitorizada sanitariamente por el doctor Sudbury se han reducido dos terceras partes los suicidios gracias a la vigilancia de un equipo que administra oportunamente fármacos como el Zoloft, el Prozac o el Citalopram. La gente deja pronto de sentirse inclinada a destruirse y comienza vulgarmente a sonreír. Implacablemente, en Occidente, no transformando nada importante, aumenta la felicidad al compás de los antidepresivos. Erich Fromm sostenía hace cincuenta años que el Estado estaba interesado en gobernar sobre ciudadanos tristes porque así 0era más fácil su manipulación. Al ciudadano triste y deprimido se le suponía de escaso aliento para protestar. Pero ¿qué decir de los que son felices? ¿No protestarán todavía menos?

La película Monstruos, SA, actualmente en todos los cines de España y el mundo globalizado, sostiene la tesis de que es mejor obtener las energías de la risa que del llanto, antes de las carcajadas que de los aullidos provocados por los sustos. La empresa Monsters Inc., en representación del poder, descubre, en suma, que saca mucho más rendimiento económico haciendo a los niños felices que desdichados. Lo mismo que parece haber concluido la autoridad sanitaria sobre la idea disciplinaria de Foucault. A más serotonina menos subversión.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_