A patadas con la diplomacia
La violencia del Roma-Galatasaray desata un conflicto entre Italia y Turquía
¿Puede un humilde partido de fútbol por muy internacional que sea, desembocar en un incidente diplomático? La respuesta es sí, si el partido en cuestión se juega entre el Roma y el correoso Galatasaray de Estambul. Para demostrar esta afirmación, ahí esta el ejemplo del encuentro del miércoles en el estadio Olímpico entre los dos feroces rivales, que puede convertirse en el detonante de un incidente diplomático entre Italia y Turquía de proporciones nunca vistas.
De momento, la investigación de lo ocurrido en esa aciaga jornada deportiva está en manos de la magistratura italiana, sin perjuicio de las sanciones que decida el comité disciplinario de la UEFA, que estudiará el caso el 22 de marzo. El equipo anfitrión puede resultar multado o incluso cerrado el estadio. Pero a las consecuencias, no totalmente extradeportivas del encuentro, hay que sumar la crisis diplomática desencadenada, a la vista de la reacción furibunda que ha provocado en las altas esferas del Gobierno turco.
La intervención de Capello consistió en arrastrar por el pelo a un técnico del equipo turco
El primer ministro en persona, Bulent Ecevit, manifestó ayer 'el disgusto de Turquía' por lo ocurrido, añadiendo en tono amenazador haber tomado 'las iniciativas necesarias'. Entre ellas, la protesta formulada al embajador italiano en Ankara. Pocas horas antes, el ministro turco de Exteriores, Ismail Cem, lanzó graves acusaciones contra la policía italiana comparando su actuación en el Olímpico 'a la de la policía fascista de Mussolini'. Palabras tan contundentes como los puñetazos que se vieron el miércoles en el campo del Roma, apenas el árbitro sueco Anders Frisk pitó el final del encuentro (1-1). Por una vez, las tortas no se iniciaron en las gradas, sino en el centro del campo. Porque fueron los propios jugadores, los suplentes, los técnicos y hasta los entrenadores los que se enzarzaron en una batalla campal, en la que ni siquiera la policía, que intervino para frenar la pelea, fue capaz de mantenerse imparcial.Fueron siete minutos de locura, de batalla campal combatida a golpes y patadas delante de las cámaras de televisión y del estadio entero. De un lado, Batistuta y Lima, del otro Emre, y otros jugadores turcos, a los que se sumó la policía italiana, porra en mano, en el plazo de unos segundos.
Los futbolistas turcos, cuatro de los cuales resultaron heridos, han denunciado después que los agentes se dedicaron exclusivamente a ellos, sin tocar un pelo a los italianos. Extremo que desmiente la Comisaría de Roma, aunque reconoce, en una nota oficial, lo extraordinario de la situación que se registró el miércoles. Según la policía, los agentes se vieron obligados a intervenir 'para tranquilizar los ánimos', pero, añade el comunicado, 'algunos jugadores y técnicos reaccionaron violentamente a nuestra intervención pacificadora, hasta el punto de que 13 policías tienen marcas de tacos en el cuerpo'. Entre los contendientes estaba Fabio Capello, entrenador del Roma, que intervino también, según sus propias palabras, 'para separar a varios jugadores'. Las cámaras de televisión filmaron su intervención que consistió en arrastrar por el pelo a un técnico del Galatasaray. Batistuta, al que se señala como iniciador de la pelea, se declaró desolado al término del encuentro. 'Sé que he dado un pésimo ejemplo', declaró, 'pero me habían estado provocando durante todo el partido y al final, he reaccionado'.
La prensa turca atribuía al resultado del partido (1-1) la airada pelea del final. 'No supieron digerir el empate', titulaba uno de los principales diarios turcos, mientras los italianos arrimaban el ascua a su sardina. 'El incidente es muy grave', declaró ayer el ministro Cem. 'Sólo la sangre fría de los dirigentes del Galatasaray ha impedido que las cosas llegaran más lejos'. Según el titular de Exteriores turco, la policía italiana intentó retirar incluso los pasaportes a los jugadores del Galatasaray, que regresaron a Estambul a mediodía de ayer. El ministro italiano del Interior, Claudio Scajola, no comparte el juicio de su homólogo turco. 'Creo que está haciendo una tormenta en un vaso de agua', declaró. 'Cuando sepa lo que verdaderamente ocurrió, cambiará de opinión'.
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