Los médicos que asistan a un menor borracho deberán avisar a los padres
El proyecto de ley sobre drogodependencias y otros trastornos adictivos prevé que 'en el caso de que un menor de 16 años precise atención médica por consumo de bebidas alcohólicas y otras drogas, los centros o servicios sanitarios que le presten atención deberán comunicar la situación a los padres [...] para que éstos se hagan cargo del menor'. Si el joven es menor de 18 años 'también se pondrá en conocimiento de los padres si, a juicio facultativo, la situación pudiera considerarse de gravedad'.
Los menores de 18 años tendrán prohibida la entrada a 'bares especiales, salas de fiesta, de baile, discotecas y establecimientos similares en los que se venda o facilite el consumo de bebidas alcohólicas'. Actualmente pueden entrar pero no, en teoría, consumir alcohol. Tampoco se podrá tomar alcohol en las universidades, 'salvo en lugares habilitados al efecto'.
El proyecto también regula otro hábito: el de fumar. A partir de su entrada en vigor, la venta de tabaco quedará prohibida a menores de 18 años. Ahora la prohibición rige para los menores de 16. No se podrá fumar, además de en los lugares prohibidos ahora, en los institutos. Ni siquiera en el patio o en dependencias habilitadas.
El Gobierno regional será asimismo más estricto con la publicidad: 'No se permitirá la emisión de publicidad de tabaco o de bebidas alcohólicas con graduación alcohólica superior a 18 grados [whisky, por ejemplo] por parte de los operadores de radio y de televisión a los que se extiende la competencia de la Comunidad'. También se prohibirá la venta a menores de 18 años de colas o pegamentos 'que puedan producir efectos nocivos para la salud y que puedan generar dependencia'. Hay jóvenes, generalmente con pocos recursos, que inhalan este tipo de sustancias para drogarse.
'Cultura del reproche'
Ruiz-Gallardón es consciente de que la aplicación de la nueva ley, en lo concerniente al botellón, será peliaguda. Actualmente, en la Comunidad salen cada noche de fin de semana unas 500.000 personas. 15.000 de ellas se reúnen en plazas y calles para beber. Desde hace más de un mes, un centenar de policías vigila las plazas más visitadas. Pero en muchos casos los jóvenes se cambian de sitio. Con el botellón a cuestas. Aunque también es cierto que, desde que la policía controla, los casos de borracheras atendidas por el Samur han descendido mucho.
Con la nueva ley, la policía podrá sancionar a estos muchachos con 'trabajos en beneficio de la comunidad'. ¿Podrá la policía sancionar a miles de jóvenes? ¿Podrá, siquiera, perseguirles? El presidente regional considera que 'la efectividad de la ley no será definitiva, obviamente'. Ruiz-Gallardón cree, sin embargo, que a partir de que la ley esté en la calle 'se impondrá entre estos jóvenes una cultura del reproche'. Es decir, estos muchachos sabrán que contravienen la ley. Según el presidente, esto es un paso adelante para acabar con el botellón.
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