Saberes

Estaba leyendo algunos resúmenes de prensa en la red cuando leí la noticia y no me la podía creer. Se habían reunido en Granada los ministros de Educación europeos a fin de establecer criterios comunes para proponerlos al Consejo Europeo de Sevilla. Hasta ahí, nada que objetar; al contrario, pienso en esos ministros o ministras nórdicos paseando por la Alhambra este pasado sábado soleado y entiendo lo que debían de pensar. La noticia que no me ha dejado dormir es la declaración de nuestra ministra, Pilar del Castillo, acerca de que 'cuesta más estudiar Ciencias que otros bachilleratos' y que, por tanto, deduzco yo, sugiere medidas a fin de potenciar entre los jóvenes los estudios científicos. Ciencias frente a Letras, el esfuerzo frente al cachondeo. Ser físico cuesta esfuerzo, leer a Cicerón en su lengua está tirado. Tras el globo sonda de la reválida ya tenemos otra porfía servida por esta especialista de polémicas sin debates que luego lleva directamente al decreto ley.

Ya que la ministra ha expresado esa idea en un foro europeo, sólo se me ocurre alimentar la polémica, si no es posible el debate, con algunos argumentos europeos de autoridad, uno de ciencias y otro de letras, que proponen cosas bien diversas a las dichas por la ministra. El uno, Primo Levi, ex deportado de Auschwitz, químico de profesión y escritor por deber ético de ese monumento del siglo XX que es el relato Si esto es un hombre, reniega de la división de los estudios en dos culturas y nos pone a Galileo como modelo de un saber global ('Galileo tenía una sola cultura'). El segundo, Edgar Morin, pensador europeo desde la inmediata posguerra mundial, propone a la Unesco un cambio paradigmático en los modelos del saber: 'Se trata de armar cada mente en el combate vital por la lucidez' así como promover 'un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y fundamentales'. En fin, que yo creía que se trataba de formar personas dispuestas para ejercer responsablemente la ciudadanía, fueran químicos, ingenieros, médicos o filólogos. La ministra, sin embargo, insiste en compartimentar y catalogar al alumnado por criterios si no subjetivos, sí claramente inadecuados. Habrá polémica.