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Columna
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Pura noche

José Antonio Suárez, un venerable pensador del siglo XX a quien tengo el gusto de conocer, acaba de publicar Filosofía del anhelo, toda una reflexión sobre el invisible impulso que mueve al hombre en la vida, esa enorme zanahoria que nos anima a levantarnos cada mañana para enfrentarnos a lo que venga. Lo que él define como anhelo podía yo expresarlo en términos tan simples como entusiasmo estable. Hay gente que lo oculta, y otros, sin embargo, a los que se les trasparece de tal modo que acaban contagiando a prójimos y convecinos. Éstos, como dijo Bertolt Brecht, son los imprescindibles. Conozco a bastantes congéneres con esa virtud, y cada vez que sumo uno nuevo a la lista de amigos recomendables no puedo ocultar la alegría. Mi última adquisición se llama Pepe García Ortuño y es concejal de Juventud en el ayuntamiento de Petrer. Son de esos seres que rebosan puro entusiasmo y que aman sinceramente lo que hacen. Es de Orihuela, pero sólo ejerce su ciudadanía de origen algunos fines de semana por aquello de llevar su tierra cosida a los pies y al corazón, mal que le pese a algunos. Me gustaría que le hubieran visto la otra noche hablando de asuntos del alma. Tuvo toques de solemnidad, precisamente por lo llano y sencillo, por lo espontáneo y hondo del encuentro. Allí estaban Joan Anna y Viky, nuestros amigos comunes y necesarios, Loli, la regidora todoterreno, y, por supuesto, el caballero de la amable figura y primer edil, Juan Antonio Hidalgo. La cena duró lo que duran los abrazos después de un lustro de sequía emocional: hasta que la noche quiera y nos soporte. Pero es cierto que ilusiona encontrar en los otros ese anhelo del que hablo, esa gana perpetua que ensombrece cualquier forma de desidia. Y Pepe es de esos, de los que renuncian a un suculento chantaje material por el simple disfrute de una copla bien cantada o la paz inmediata de un poema de Hernández, Me sobra el corazón, por ejemplo, recitado en plena madrugada, cuando el resto de mortales duerme y él se encarama a la cima de su anhelo confesándose el más corazonado de los hombres. Gente así, créanme, hace que la vida sea un regalo.

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