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Entrevista:LUIZ INÁCIO DA SILVA, 'LULA' | CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DE BRASIL | ENTREVISTA

'Sería un error convertir el Foro de Porto Alegre en un partido político'

Por cuarta vez consecutiva Luiz Inácio da Silva, Lula, aspira a la presidencia de la República de Brasil. En cuestión de semanas, el Partido de los Trabajadores (PT), del que es presidente de honor, proclamará oficialmente su candidatura a las elecciones de octubre próximo. Y una vez más, como en anteriores contiendas, los sondeos atribuyen una clara ventaja a este obrero metalúrgico de 56 años, padre de cinco hijos, que en su primer intento, en 1989, quedó a escasos seis puntos de diferencia del ganador, Fernando Collor de Mello, que hizo una campaña millonaria y desleal. Los adversarios de Lula presentan sus repetidos descalabros electorales como la evidencia de que nunca llegará al palacio de Planalto. Pero Brasil ha cambiado en los últimos 13 años, y Lula, también. Los empresarios, el movimiento sindical, la élite política y económica, la sociedad en su conjunto, no son los de la década de los ochenta. 'Yo también he evolucionado', dice el eterno candidato de la izquierda brasileña, que gusta recurrir al siguiente ejemplo para ilustrar las mutaciones sociales de su país: 'Los 800.000 empresarios que supuestamente se habrían ido de Brasil si yo hubiera ganado las elecciones de 1989 hicieron suspensión de pagos o quebraron. Ahora hay otra concepción del empresario brasileño, con un perfil bien distinto de aquella vieja oligarquía. La nueva clase empresarial tiene gente evolucionada, con visión social...'. Quién sabe si estos cambios son suficientes para eliminar los obstáculos que, una y otra vez, frustraron el sueño de Lula. ¿Está preparado el gigante latinoamericano para elegir a un presidente claramente de izquierdas, que ciertamente intranquiliza a Washington y a más de una cancillería del continente? La batalla está en sus inicios, pero el PT no pierde el tiempo. El Foro Social Mundial que se celebró hace dos semanas en Porto Alegre fue aprovechado por el partido de Lula para potenciar su candidatura. No en vano tanto Porto Alegre como el Estado de Rio Grande do Sul son dos de los principales feudos de los petistas. Una victoria de quien fundó el PT en febrero de 1980 hasta convertirlo en el partido de izquierda de mayor peso de América Latina sería un auténtico revulsivo para Brasil y para todo el continente.

'Lo que ocurre actualmente en Argentina es el resultado de la sumisión de los últimos 10 años, en la que los gobernantes estuvieron a merced del FMI'
'La primera gran victoria ya se ha producido: los ricos no se reúnen más en Davos, se han mudado a Nueva York. Discuten cómo los ricos sean cada vez más ricos'
'Brasil no quedará aislado si el Partido de los Trabajadores gana la presidencia, porque ningún capitalista invierte en un país según su régimen político'
'El Estado brasileño no tiene dinero para recomprar empresas que fueron privatizadas y sería un error invertir dinero del erario público para ello'

Pregunta. ¿Cuál es el significado del Foro Social Mundial y qué perspectivas tiene el movimiento antiglobalización reunido en días pasados en Porto Alegre?

Respuesta. Creo que el Foro Social es la demostración más elocuente de que cuando la sociedad civil tiene la oportunidad de participar y puede decir lo que piensa empiezan a pasar cosas. Hace tres años habría sido totalmente imposible imaginar que el foro alcanzara la dimensión social que tiene hoy. A diferencia de los movimientos de Seattle y de otros lugares, que apenas eran expresiones de protesta, el Foro Social se propone abrir posibilidades de presentar alternativas a la globalización. Los invitados, los delegados que participan, estudian, discuten, escriben y proponen alternativas a la globalización. La primera gran victoria ya se ha producido: los ricos no se reúnen más en Davos, se han mudado a Nueva York. Porque saben que cuando están reunidos no discuten los intereses de la humanidad, sino la forma de aumentar la concentración de la renta. Discuten cómo lograr que los ricos sean cada vez más ricos, sin tener ninguna preocupación por los pobres. El Foro Social Mundial consigue exactamente discutir lo contrario: cómo acabar con la pobreza y transformar el mundo en algo más solidario y más humano.

P. ¿El movimiento antiglobalización puede convertirse en una alternativa a los partidos políticos en una región y una época en la que están muy desprestigiados?

R. Si cometemos el grave error de transformar el Foro Social en un partido político en cualquier país del mundo será un fracaso. De momento, ha tenido un éxito tan notorio porque es apartidista, plural, heterogéneo y permite que se manifiesten todas las corrientes de pensamiento de la sociedad. Los problemas de los partidos políticos son otros. En muchos países de América del Sur, de Europa y del mundo entero los partidos políticos dejaron de representar los intereses de la sociedad. En muchos continentes la corrupción es muy grande. Los políticos sólo aparecen para hablar con el pueblo en periodo de elecciones. Incluso el movimiento sindical está perdiendo terreno en muchos países porque no ha ampliado su base de propuestas, banderas y luchas de acuerdo a las reivindicaciones de toda la sociedad. Hoy, el movimiento sindical no puede hablar únicamente de aumento de salario. Porque actualmente tiene enfrente cuestiones como el medio ambiente, la calidad de vida, la educación, el ocio y la cultura, que se mezclan con los intereses de millones de personas. Por tanto, el movimiento sindical necesita ampliar su base de elaboración de propuestas y los partidos políticos necesitan creer en la movilización de la sociedad civil y estar presentes en el lugar de trabajo, en la vivienda y en la escuela para que sus planteamientos estén actualizados. Creo que Argentina, al igual que Brasil, necesita partidos políticos representativos, serios. Es una necesidad del mundo entero, porque al final, si la sociedad deja de creer en las instituciones, nos volveremos todos anarquistas, y el anarquismo también podría ser una fracaso estrepitoso. Creo, por tanto, que el Foro Social debe continuar siendo amplio, abierto, democrático y, sobre todo, plural.

P. Después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y sus consecuencias, ¿cómo observa el mundo quien aspira a gobernar la mayor nación de América Latina?

R. El 11 de septiembre permitió a Estados Unidos que tomase la ofensiva militar. Estamos en contra. La guerra no era solución para combatir a Bin Laden. Queremos a todos los países como compañeros, no como jefes que nos digan lo que tenemos que hacer. Tome, por ejemplo, el caso de Colombia. Creo que los colombianos tienen que aprender a resolver sus problemas. Una buena forma de combatir el narcotráfico es protegiendo al pueblo americano del consumo de drogas.

P. ¿Qué opina de la situación que atraviesa la vecina Argentina?

R. Lo que ocurre actualmente es el resultado de la sumisión de los últimos diez años, en la que los gobernantes argentinos estuvieron a merced del Fondo Monetario Internacional (FMI). Subordinaron la economía a una moneda falsa, creyendo que la especulación podía salvar el país.

P. ¿Hasta qué punto hay riesgo de que la crisis argentina contagie a Brasil?

R. No creo que tengamos un efecto argentino en Brasil. De otro modo ya se habría producido. Creo que Brasil y otros países que tienen las condiciones para ello deben ayudar a Argentina a salir de la crisis. Pero quiero subrayar que se trata de una crisis atribuible única y exclusivamente a la incompetencia de los líderes argentinos, que un día dijeron al pueblo argentino que un peso valía un dólar cuando no valía un dólar, y resolvieron desestructurar el Estado vendiendo las empresas más esenciales, privatizar hasta extremos fuera de toda lógica. En una ocasión pregunté al presidente Cardoso porqué no se adoptó una actitud conjunta para revaluar el peso cuando Brasil devaluó el real, en enero de 1999. 'Los argentinos no quisieron conversar', me respondió. Argentina no tiene hoy patrimonio público y está quebrada por la irresponsabilidad de Menem, de Cavallo, de De la Rúa, del FMI... Toda esta gente que quebró Argentina no está quebrada. Quien está quebrado es el pueblo argentino.

P. ¿Tiene solución Argentina?

R. Estoy convencido de que Argentina puede recuperarse, porque tiene un pueblo extraordinario, que ya fue considerado un país del Primer Mundo. Pero tendrá que hacer un gran sacrificio. Va a tardar en encontrar una salida porque no será un camino fácil. Pienso que los argentinos merecen una segunda oportunidad.

P. De nuevo, usted es el máximo favorito para las elecciones presidenciales, según la mayoría de encuestas.

R. Creo que con una buena alianza política podemos ganar las elecciones. Estoy convencido de que si el PT pasa a la segunda vuelta, la derecha se unirá detrás de un solo candidato. Porque nos teme. Vamos a ver, pueden pasar muchas cosas.

P. Y de nuevo empiezan a escucharse las voces que aseguran que usted tiene un techo electoral que le impide alcanzar la presidencia.

R. Han inventado la mentira de que tengo un techo en las encuestas electorales que tratan de presentar como si fuera verdad. En 1989 obtuve el 16,5% de los votos en la primera vuelta. Ésa fue la votación del PT, mi votación. Después, en la segunda vuelta, con el apoyo de otros partidos, logré el 47% . En 1994 conseguí el 24%, lo que significó un aumento de casi ocho puntos. En 1998 alcancé el 32%. Me gustaría saber quién tiene este techo electoral en Brasil.

P. ¿Qué cambiará en Brasil y qué cambiaría en América Latina si Lula ganara las elecciones presidenciales de octubre?

R. En América Latina, no sé. En Brasil sería un sueño. Yo sueño que en Brasil tienen que cambiar muchas cosas. Hay que tener en cuenta que en Brasil son necesarias reformas que en Europa fueron hechas hace 50 años. Como la reforma agraria. La gente en Brasil tiene que modificar sus prioridades para que parte de los recursos públicos sean invertidos en la creación de empleo, para mejorar la educación y la salud, para hacer la reforma agraria. Mientras no resolvamos estas cuestiones, Brasil no tendrá solución. Brasil tiene 170 millones de habitantes, 50 millones de brasileños que pasan hambre, 50 millones que no consiguen comer las calorías y proteínas necesarias para todo ser humano. Garantizar que estas personas coman es el compromiso del Partido de los Trabajadores.

P. Si gana las elecciones, ¿revisará algunas de las privatizaciones aprobadas en los últimos años?

R. Es un tema muy difícil. Primero, el Estado no tiene dinero para recomprar empresas que fueron privatizadas y sería un error invertir dinero del erario público para ello. Lo que hay que hacer es no privatizar lo que no fue privatizado, fiscalizar correctamente a las empresas privatizadas y utilizar todo centavo recaudado en este país para garantizar saneamiento básico, vivienda, escuelas, salud, reforma agraria y empleo.

P. Usted despierta grandes recelos en el exterior, sobre todo en los organismos financieros internacionales y entre los grandes inversores. ¿Corre Brasil el riesgo de quedar aislado si usted llega a la presidencia de la nación?

R. No creo. En primer lugar, porque soy un defensor de la integración latinoamericana, pero no sólo comercial, que favorece a los que tienen mayor potencial. Estoy en contra del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, porque la propuesta del ALCA no es una propuesta de integración, sino de anexión de la economía de América del Sur a la economía de Estados Unidos. Un proyecto de integración presupone una cierta equidad entre los miembros que participan de la integración. EE UU detenta la hegemonía tecnológica, militar, cultural y económica, y no se propone tener una política compensatoria como la que la Unión Europea (UE) tiene para España, Portugal y Grecia. La integración de América Latina tiene que incluir las esferas política, cultural, sindical... Tenemos que echar raíces. Europa tardó 50 años para conseguirlo. Brasil no quedará aislado si el PT gana la presidencia, porque ningún capitalista invierte en un país según su régimen político. Si fuera así, China no sería un mercado preferente para Estados Unidos ni la Organización Mundial de Comercio aceptaría en su seno a la República Popular de China. Los capitalistas invierten en un país si se les ofrecen cuatro ingredientes básicos: estabilidad política, mano de obra cualificada, infraestructura y mercado para los productos fabricados.

P. ¿Sobre qué bases tendría que ser la integración latinoamericana teniendo en cuenta que el Mercosur ha sido un fracaso?

R. Lo que fracasó fue la economía de Brasil y la economía de Argentina. El Mercosur apenas fue un acuerdo comercial. Es preciso que dé un paso más hacia la integración cultural y política. Hoy no queremos ninguna institución como el Parlamento Europeo en el Mercosur; no queremos nada, ni políticas compensatorias para ayudar a las industrias argentinas, uruguayas y paraguayas, ni tampoco para ayudar a la agricultura brasileña. Es preciso crear mecanismos de protección hasta ir consolidando la integración. Queremos atraer a Venezuela, Perú, Chile, para que participen del proceso de integración, haciendo los ajustes necesarios para que todos los países puedan sobrevivir. El Mercosur tiene problemas porque cuando la moneda brasileña estaba sobrevaluada favorecía mucho a los argentinos en su política de exportaciones. Cuando Brasil devaluó el real, perjudicó mucho a Argentina, que dependía de nosotros en un 30% de sus exportaciones. ¿Por qué? Porque Cardoso y Menem mintieron. Cardoso, cuando dijo que un real valía un dólar, y Menem, cuando decía que un peso valía un dólar. Nunca un real valió un dólar y nunca un peso valió un dólar. Pero las mentiras tienen las patas cortas, y la verdad apareció finalmente. Quien paga es el pueblo.

P. ¿Qué papel asignaría al Estado un Gobierno del Partido de los Trabajadores?

R. El pueblo no necesita vivir del favor del Estado. El Estado tiene que instituir políticas públicas serias que atiendan las demandas de la población, que gestionen la autonomía y la autosustentabilidad para el pueblo brasileño. Esto pasa por un cambio de mentalidad y por la profesionalización del funcionario público, que no debe trabajar para los gobernantes, sino para los ciudadanos.

P. ¿Cuál es su mayor preocupación?

R. El PT tiene fuerza suficiente para aplicar las medidas sociales y económicas que necesita Brasil. Nuestra mayor preocupación es escuchar al pueblo y ejecutar las políticas públicas prioritarias.

P. Hay un gran debate sobre la deuda externa. ¿Es posible no pagar la deuda externa?

R. Hay un problema que hoy ya tenemos resuelto dentro del PT. Aproximadamente, el 70% de la deuda brasileña es privada. Fueron empresarios que tomaron dinero prestado a tipos de interés más bajos. Por tanto, tienen que pagar. Lo que tenemos que rediscutir son los acuerdos de las deudas públicas, las deudas de los Estados y de los municipios. Ahí se puede negociar. Hay diversas alternativas. Por ejemplo, se puede utilizar a los países más pobres parte de sus deudas, parte de los intereses que tienen que pagar, para ser reinvertidos en un mismo país, fiscalizado por una comisión éticamente respetada y que pueda aplicar estos recursos para mejorar la vida de las personas. Creo que habrá una lucha muy enconada, porque no podremos continuar trabajando para pagar los intereses. Se impone un acuerdo sobre la base de los intereses de los países más pobres. No es la primera vez en la historia de la humanidad, ni será la última, en que los países ricos hagan un sacrificio para ayudar a los países pobres.Por cuarta vez consecutiva Luiz Inácio da Silva, Lula, aspira a la presidencia de la República de Brasil. En cuestión de semanas, el Partido de los Trabajadores (PT), del que es presidente de honor, proclamará oficialmente su candidatura a las elecciones de octubre próximo. Y una vez más, como en anteriores contiendas, los sondeos atribuyen una clara ventaja a este obrero metalúrgico de 56 años, padre de cinco hijos, que en su primer intento, en 1989, quedó a escasos seis puntos de diferencia del ganador, Fernando Collor de Mello, que hizo una campaña millonaria y desleal. Los adversarios de Lula presentan sus repetidos descalabros electorales como la evidencia de que nunca llegará al palacio de Planalto. Pero Brasil ha cambiado en los últimos 13 años, y Lula, también. Los empresarios, el movimiento sindical, la élite política y económica, la sociedad en su conjunto, no son los de la década de los ochenta. 'Yo también he evolucionado', dice el eterno candidato de la izquierda brasileña, que gusta recurrir al siguiente ejemplo para ilustrar las mutaciones sociales de su país: 'Los 800.000 empresarios que supuestamente se habrían ido de Brasil si yo hubiera ganado las elecciones de 1989 hicieron suspensión de pagos o quebraron. Ahora hay otra concepción del empresario brasileño, con un perfil bien distinto de aquella vieja oligarquía. La nueva clase empresarial tiene gente evolucionada, con visión social...'. Quién sabe si estos cambios son suficientes para eliminar los obstáculos que, una y otra vez, frustraron el sueño de Lula. ¿Está preparado el gigante latinoamericano para elegir a un presidente claramente de izquierdas, que ciertamente intranquiliza a Washington y a más de una cancillería del continente? La batalla está en sus inicios, pero el PT no pierde el tiempo. El Foro Social Mundial que se celebró hace dos semanas en Porto Alegre fue aprovechado por el partido de Lula para potenciar su candidatura. No en vano tanto Porto Alegre como el Estado de Rio Grande do Sul son dos de los principales feudos de los petistas. Una victoria de quien fundó el PT en febrero de 1980 hasta convertirlo en el partido de izquierda de mayor peso de América Latina sería un auténtico revulsivo para Brasil y para todo el continente.

Pregunta. ¿Cuál es el significado del Foro Social Mundial y qué perspectivas tiene el movimiento antiglobalización reunido en días pasados en Porto Alegre?

Respuesta. Creo que el Foro Social es la demostración más elocuente de que cuando la sociedad civil tiene la oportunidad de participar y puede decir lo que piensa empiezan a pasar cosas. Hace tres años habría sido totalmente imposible imaginar que el foro alcanzara la dimensión social que tiene hoy. A diferencia de los movimientos de Seattle y de otros lugares, que apenas eran expresiones de protesta, el Foro Social se propone abrir posibilidades de presentar alternativas a la globalización. Los invitados, los delegados que participan, estudian, discuten, escriben y proponen alternativas a la globalización. La primera gran victoria ya se ha producido: los ricos no se reúnen más en Davos, se han mudado a Nueva York. Porque saben que cuando están reunidos no discuten los intereses de la humanidad, sino la forma de aumentar la concentración de la renta. Discuten cómo lograr que los ricos sean cada vez más ricos, sin tener ninguna preocupación por los pobres. El Foro Social Mundial consigue exactamente discutir lo contrario: cómo acabar con la pobreza y transformar el mundo en algo más solidario y más humano.

P. ¿El movimiento antiglobalización puede convertirse en una alternativa a los partidos políticos en una región y una época en la que están muy desprestigiados?

R. Si cometemos el grave error de transformar el Foro Social en un partido político en cualquier país del mundo será un fracaso. De momento, ha tenido un éxito tan notorio porque es apartidista, plural, heterogéneo y permite que se manifiesten todas las corrientes de pensamiento de la sociedad. Los problemas de los partidos políticos son otros. En muchos países de América del Sur, de Europa y del mundo entero los partidos políticos dejaron de representar los intereses de la sociedad. En muchos continentes la corrupción es muy grande. Los políticos sólo aparecen para hablar con el pueblo en periodo de elecciones. Incluso el movimiento sindical está perdiendo terreno en muchos países porque no ha ampliado su base de propuestas, banderas y luchas de acuerdo a las reivindicaciones de toda la sociedad. Hoy, el movimiento sindical no puede hablar únicamente de aumento de salario. Porque actualmente tiene enfrente cuestiones como el medio ambiente, la calidad de vida, la educación, el ocio y la cultura, que se mezclan con los intereses de millones de personas. Por tanto, el movimiento sindical necesita ampliar su base de elaboración de propuestas y los partidos políticos necesitan creer en la movilización de la sociedad civil y estar presentes en el lugar de trabajo, en la vivienda y en la escuela para que sus planteamientos estén actualizados. Creo que Argentina, al igual que Brasil, necesita partidos políticos representativos, serios. Es una necesidad del mundo entero, porque al final, si la sociedad deja de creer en las instituciones, nos volveremos todos anarquistas, y el anarquismo también podría ser una fracaso estrepitoso. Creo, por tanto, que el Foro Social debe continuar siendo amplio, abierto, democrático y, sobre todo, plural.

P. Después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y sus consecuencias, ¿cómo observa el mundo quien aspira a gobernar la mayor nación de América Latina?

R. El 11 de septiembre permitió a Estados Unidos que tomase la ofensiva militar. Estamos en contra. La guerra no era solución para combatir a Bin Laden. Queremos a todos los países como compañeros, no como jefes que nos digan lo que tenemos que hacer. Tome, por ejemplo, el caso de Colombia. Creo que los colombianos tienen que aprender a resolver sus problemas. Una buena forma de combatir el narcotráfico es protegiendo al pueblo americano del consumo de drogas.

P. ¿Qué opina de la situación que atraviesa la vecina Argentina?

R. Lo que ocurre actualmente es el resultado de la sumisión de los últimos diez años, en la que los gobernantes argentinos estuvieron a merced del Fondo Monetario Internacional (FMI). Subordinaron la economía a una moneda falsa, creyendo que la especulación podía salvar el país.

P. ¿Hasta qué punto hay riesgo de que la crisis argentina contagie a Brasil?

R. No creo que tengamos un efecto argentino en Brasil. De otro modo ya se habría producido. Creo que Brasil y otros países que tienen las condiciones para ello deben ayudar a Argentina a salir de la crisis. Pero quiero subrayar que se trata de una crisis atribuible única y exclusivamente a la incompetencia de los líderes argentinos, que un día dijeron al pueblo argentino que un peso valía un dólar cuando no valía un dólar, y resolvieron desestructurar el Estado vendiendo las empresas más esenciales, privatizar hasta extremos fuera de toda lógica. En una ocasión pregunté al presidente Cardoso porqué no se adoptó una actitud conjunta para revaluar el peso cuando Brasil devaluó el real, en enero de 1999. 'Los argentinos no quisieron conversar', me respondió. Argentina no tiene hoy patrimonio público y está quebrada por la irresponsabilidad de Menem, de Cavallo, de De la Rúa, del FMI... Toda esta gente que quebró Argentina no está quebrada. Quien está quebrado es el pueblo argentino.

P. ¿Tiene solución Argentina?

R. Estoy convencido de que Argentina puede recuperarse, porque tiene un pueblo extraordinario, que ya fue considerado un país del Primer Mundo. Pero tendrá que hacer un gran sacrificio. Va a tardar en encontrar una salida porque no será un camino fácil. Pienso que los argentinos merecen una segunda oportunidad.

P. De nuevo, usted es el máximo favorito para las elecciones presidenciales, según la mayoría de encuestas.

R. Creo que con una buena alianza política podemos ganar las elecciones. Estoy convencido de que si el PT pasa a la segunda vuelta, la derecha se unirá detrás de un solo candidato. Porque nos teme. Vamos a ver, pueden pasar muchas cosas.

P. Y de nuevo empiezan a escucharse las voces que aseguran que usted tiene un techo electoral que le impide alcanzar la presidencia.

R. Han inventado la mentira de que tengo un techo en las encuestas electorales que tratan de presentar como si fuera verdad. En 1989 obtuve el 16,5% de los votos en la primera vuelta. Ésa fue la votación del PT, mi votación. Después, en la segunda vuelta, con el apoyo de otros partidos, logré el 47% . En 1994 conseguí el 24%, lo que significó un aumento de casi ocho puntos. En 1998 alcancé el 32%. Me gustaría saber quién tiene este techo electoral en Brasil.

P. ¿Qué cambiará en Brasil y qué cambiaría en América Latina si Lula ganara las elecciones presidenciales de octubre?

R. En América Latina, no sé. En Brasil sería un sueño. Yo sueño que en Brasil tienen que cambiar muchas cosas. Hay que tener en cuenta que en Brasil son necesarias reformas que en Europa fueron hechas hace 50 años. Como la reforma agraria. La gente en Brasil tiene que modificar sus prioridades para que parte de los recursos públicos sean invertidos en la creación de empleo, para mejorar la educación y la salud, para hacer la reforma agraria. Mientras no resolvamos estas cuestiones, Brasil no tendrá solución. Brasil tiene 170 millones de habitantes, 50 millones de brasileños que pasan hambre, 50 millones que no consiguen comer las calorías y proteínas necesarias para todo ser humano. Garantizar que estas personas coman es el compromiso del Partido de los Trabajadores.

P. Si gana las elecciones, ¿revisará algunas de las privatizaciones aprobadas en los últimos años?

R. Es un tema muy difícil. Primero, el Estado no tiene dinero para recomprar empresas que fueron privatizadas y sería un error invertir dinero del erario público para ello. Lo que hay que hacer es no privatizar lo que no fue privatizado, fiscalizar correctamente a las empresas privatizadas y utilizar todo centavo recaudado en este país para garantizar saneamiento básico, vivienda, escuelas, salud, reforma agraria y empleo.

P. Usted despierta grandes recelos en el exterior, sobre todo en los organismos financieros internacionales y entre los grandes inversores. ¿Corre Brasil el riesgo de quedar aislado si usted llega a la presidencia de la nación?

R. No creo. En primer lugar, porque soy un defensor de la integración latinoamericana, pero no sólo comercial, que favorece a los que tienen mayor potencial. Estoy en contra del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, porque la propuesta del ALCA no es una propuesta de integración, sino de anexión de la economía de América del Sur a la economía de Estados Unidos. Un proyecto de integración presupone una cierta equidad entre los miembros que participan de la integración. EE UU detenta la hegemonía tecnológica, militar, cultural y económica, y no se propone tener una política compensatoria como la que la Unión Europea (UE) tiene para España, Portugal y Grecia. La integración de América Latina tiene que incluir las esferas política, cultural, sindical... Tenemos que echar raíces. Europa tardó 50 años para conseguirlo. Brasil no quedará aislado si el PT gana la presidencia, porque ningún capitalista invierte en un país según su régimen político. Si fuera así, China no sería un mercado preferente para Estados Unidos ni la Organización Mundial de Comercio aceptaría en su seno a la República Popular de China. Los capitalistas invierten en un país si se les ofrecen cuatro ingredientes básicos: estabilidad política, mano de obra cualificada, infraestructura y mercado para los productos fabricados.

P. ¿Sobre qué bases tendría que ser la integración latinoamericana teniendo en cuenta que el Mercosur ha sido un fracaso?

R. Lo que fracasó fue la economía de Brasil y la economía de Argentina. El Mercosur apenas fue un acuerdo comercial. Es preciso que dé un paso más hacia la integración cultural y política. Hoy no queremos ninguna institución como el Parlamento Europeo en el Mercosur; no queremos nada, ni políticas compensatorias para ayudar a las industrias argentinas, uruguayas y paraguayas, ni tampoco para ayudar a la agricultura brasileña. Es preciso crear mecanismos de protección hasta ir consolidando la integración. Queremos atraer a Venezuela, Perú, Chile, para que participen del proceso de integración, haciendo los ajustes necesarios para que todos los países puedan sobrevivir. El Mercosur tiene problemas porque cuando la moneda brasileña estaba sobrevaluada favorecía mucho a los argentinos en su política de exportaciones. Cuando Brasil devaluó el real, perjudicó mucho a Argentina, que dependía de nosotros en un 30% de sus exportaciones. ¿Por qué? Porque Cardoso y Menem mintieron. Cardoso, cuando dijo que un real valía un dólar, y Menem, cuando decía que un peso valía un dólar. Nunca un real valió un dólar y nunca un peso valió un dólar. Pero las mentiras tienen las patas cortas, y la verdad apareció finalmente. Quien paga es el pueblo.

P. ¿Qué papel asignaría al Estado un Gobierno del Partido de los Trabajadores?

R. El pueblo no necesita vivir del favor del Estado. El Estado tiene que instituir políticas públicas serias que atiendan las demandas de la población, que gestionen la autonomía y la autosustentabilidad para el pueblo brasileño. Esto pasa por un cambio de mentalidad y por la profesionalización del funcionario público, que no debe trabajar para los gobernantes, sino para los ciudadanos.

P. ¿Cuál es su mayor preocupación?

R. El PT tiene fuerza suficiente para aplicar las medidas sociales y económicas que necesita Brasil. Nuestra mayor preocupación es escuchar al pueblo y ejecutar las políticas públicas prioritarias.

P. Hay un gran debate sobre la deuda externa. ¿Es posible no pagar la deuda externa?

R. Hay un problema que hoy ya tenemos resuelto dentro del PT. Aproximadamente, el 70% de la deuda brasileña es privada. Fueron empresarios que tomaron dinero prestado a tipos de interés más bajos. Por tanto, tienen que pagar. Lo que tenemos que rediscutir son los acuerdos de las deudas públicas, las deudas de los Estados y de los municipios. Ahí se puede negociar. Hay diversas alternativas. Por ejemplo, se puede utilizar a los países más pobres parte de sus deudas, parte de los intereses que tienen que pagar, para ser reinvertidos en un mismo país, fiscalizado por una comisión éticamente respetada y que pueda aplicar estos recursos para mejorar la vida de las personas. Creo que habrá una lucha muy enconada, porque no podremos continuar trabajando para pagar los intereses. Se impone un acuerdo sobre la base de los intereses de los países más pobres. No es la primera vez en la historia de la humanidad, ni será la última, en que los países ricos hagan un sacrificio para ayudar a los países pobres.

Tras tres intentos, el Partido de los Trabajadores de Brasil vuelve a presentar como candidato a la presidencia de la nación a Luiz Inácio Da Silva, <i>Lula</i>
Tras tres intentos, el Partido de los Trabajadores de Brasil vuelve a presentar como candidato a la presidencia de la nación a Luiz Inácio Da Silva, LulaREUTERS

La voz de los trabajadores

SÉPTIMO DE OCHO HIJOS, Luiz

Inácio da Silva, Lula, conoció a su

padre cinco años después de nacer, porque don Aristides Inácio da Silva había abandonado el Estado de Pernambuco para ir a trabajar como

estibador en Porto de Santos (São Paulo). A los siete años, Lula vendía tapioca y naranjas por las calles, y a los 12 consiguió el primer empleo en una tintorería en el barrio paulista de Ipiranga.

El golpe militar de 1964, que dio paso a una larga dictadura, pilló al joven Lula, de 19 años, haciendo sus pinitos como obrero metalúrgico. La crisis generada por el régimen de los generales le obligó a deambular de fábrica en fábrica. Su vida sufrió un serio revés en 1970, un año

después de casarse con Maria de Lourdes, que falleció en el quirófano durante el parto. Padecía hepatitis, que los médicos no supieron diagnosticar.

En 1975 fue elegido presidente del sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo e Diadema con el 95% de los votos, que le dieron la representación de 100.000 trabajadores. En 1979, el general Joao Baptista Figueiredo inició un proceso de apertura 'lenta y gradual' que marcó el principio del fin de la dictadura. El Gobierno decretó una amnistía para los detenidos en virtud de la Ley de Seguridad Nacional y permitió el regreso de los exiliados políticos. El 10 de febrero de 1980, Lula fundó el Partido de los Trabajadores (PT) con otros sindicalistas, intelectuales, políticos, representantes de movimientos sociales y líderes rurales y religiosos. Dos años después, el partido estaba implantado en casi todo el territorio brasileño, con 400.000 militantes. En agosto de 1983 participó en la fundación de la Central Única de Trabajadores (CUT), y en las elecciones de 1986 para una Asamblea Constituyente fue elegido como el diputado federal más votado. Y en 1988, el

PT obtuvo un éxito histórico en las elecciones municipales, al obtener 36 alcaldías de ciudades tan importantes como São Paulo, Porto Alegre y Vitória.

En las primeras elecciones directas para la presidencia de la República en 29 años, Lula fue el candidato del PT, con un programa alternativo de Gobierno que incluía un aumento real del salario mínimo, lucha contra la inflación, distribución de la renta, reforma agraria y prioridad para las áreas de salud, educación, transporte y vivienda. Era la primera vez en la historia de Brasil que los trabajadores presentaban un programa de Gobierno con un candidato propio a la máxima jefatura de la nación. La campaña movilizó centenares de comités populares y miles de militantes.

Tres veces candidato hasta la fecha -en los últimos comicios de 1998 fue el más votado en diez capitales: Río de Janeiro, Porto Alegre y Salvador de Bahía, entre ellas-, Lula es el presidente de honor del PT y consejero del Instituto Cidadania.

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