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AJEDREZ | SIETE ASES EN LINARES (IV)

Ponomáriov: la diana de Kaspárov

Si Ruslan Ponomáriov sale indemne del circo de Linares, nadie dudará de su enorme valía. El flamante campeón del mundo oficial, de 18 años, será acosado por los leones, y especialmente por la fiera más temible: Gari Kaspárov, el número uno, ansioso por desprestigiarle. El ucranio necesitará a partir del sábado toda la frialdad que exhibe desde los 14 años, cuando se convirtió en el gran maestro más joven de la historia.

Ahora es el campeón más joven, y también la nueva diana de Kaspárov: según éste, el triunfo de Ponomáriov en el reciente Mundial se debió al nuevo ritmo de juego, más rápido que el clásico, utilizado en Linares, y a que su rival fue el nervioso Vasili Ivanchuk en lugar de otro más estable.

Ponomáriov llega al 'Wimbledon del ajedrez' con toda la presión encima. Al desprecio de Kaspárov, con quien no se ha enfrentado nunca, se une su polémica con los organizadores, resuelta la semana pasada en Moscú por una delegación que encabezó el alcalde. Tras ganar la corona, el ucranio quiso anular su compromiso con Linares, establecido por fax en diciembre. Pero, en lugar de aducir que se encontraba muy cansado o algo similar, aportó un argumento muy flojo: debía inaugurar una escuela con su nombre en su país. El Ayuntamiento amenazó primero con una demanda por un millón de dólares, pero negoció después hasta alcanzar un acuerdo que también incluye la presencia de Ponomáriov en la edición de 2003.

Parece claro que Kaspárov inició de esa forma la guerra psicológica que tanto le gusta. Es imposible que el ruso, poseedor de una memoria prodigiosa, haya olvidado de pronto el palmarés del joven campeón, uno de los más impresionantes de la historia: medallas de bronce y oro en los Mundiales sub 12 de 1994 y 1995 (con 10 y 11 años, respectivamente); campeón de Europa sub 18 en 1996, con 12 años, y del mundo en 1997. Un año más tarde se convirtió en el gran maestro más joven de la historia -esa marca está ahora en posesión del chino Xiangzhi Bu- y en 1998 debutó con la selección absoluta de su país: siete puntos de nueve posibles en la Olimpiada de ajedrez de Elistá (Rusia). Y basta ver sus números en el Mundial de Moscú para comprender que su victoria no puede explicarse simplemente por el ritmo de juego: sólo una derrota en 26 partidas, y ninguna en las 17 últimas.

No se conoce opinión alguna de Ponomáriov en contra de Kaspárov, aunque sí se ha manifestado con claridad sobre el cisma que éste provocó en 1993, y que aún perdura: "Si tuviéramos una organización fuerte, todos los jugadores estarían dispuestos a cooperar. Ello atraería a los patrocinadores, y el ajedrez sería más profesional. Acortar la duración de las partidas ha sido una buena idea. Ahora hay que mejorar las transmisiones por Internet, con comentarios didácticos para el gran público. Y entonces quizá podamos entrar también en la televisión".

El estilo de juego de Ponomáriov y su extrema frialdad recuerdan a Anatoli Kárpov, el enemigo encarnizado de Kaspárov hasta hace pocos años. Ponomáriov se entrena durante seis horas diarias desde la niñez para suceder a Kárpov en ese honor. Casi nadie duda de su inmenso talento y formidable preparación pero, ciertamente, su estreno en Linares llega en un momento delicado: no es una joven estrella que viene a probarse sin nada que perder, sino el nuevo campeón del mundo oficial, la presa favorita del fiero Kaspárov.

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