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Reportaje:XIX JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO | Salt Lake City 2002

Los Juegos de la velocidad

La altitud y la calidad de las instalaciones propician los récords

Los Juegos Olímpicos de Salt Lake City, al revés que los lamentables de Atlanta 96, están batiendo récords: desde la puntualidad en los transportes hasta las magníficas infraestructuras pasando por la amabilidad de la gente, incluso en los más completos controles de seguridad que se hayan visto jamás. Pero también hay plusmarcas en las pistas. Son los Juegos de la velocidad. La altitud de las instalaciones, con lo que supone de mejor penetración en el aire con carencia de oxígeno, y su calidad lo están propiciando.

El austriaco Fritz Grobl ganó el domingo el descenso en la pista Grizzly, de Snowbassin, a una media de 103,86 kilómetros por hora, con puntas de 140. Ayer, la francesa Carole Montillet, que ya había avisado durante la temporada, dio el disgusto a la italiana Isolde Kostner, plata, y la austriaca Renate Goetschl, bronce, y se impuso en la pista Windflower a 97,42, con momentos de 130.

Son cifras impresionantes, pero de difícil comparación al variar los trazados. Donde las referencias son exactas y se han producido récords a diario es en el luge y el patinaje. Los trineos son el artilugio sobre el que se alcanza más velocidad en los canales de hielo. En el Parque Olímpico de Utah, a 6,5 kilómetros de Park City y a 2.205 metros de altura, el austriaco Markus Prock, bronce, hizo la tercera manga más rápida de la historia a 139,6 kilómetros por hora, más rápida que las otras bajadas del italiano Armin Zoeggeler, que le quitó su cuarto oro olímpico al alemán Georg Hackl.

Pero lo del patinaje está siendo espectacular. En cada jornada de finales se han superado los récords mundiales. El primer día, el holandés Jochem Uytdehaague ganó los 5.000 metros y batió la plusmarca de su legendario compatriota Gianni Romme dando las 12 vueltas y media al circuito a 48,04 kilómetros por hora. Era la primera vez que se superaba la barrera de los 48. Pero el récord de Romme incluso lo había batido minutos antes el estadounidense de origen hispano Derek Parra, uno de los portadores de la bandera de las Torres Gemelas en la apertura. Parra es un deportista de carácter, que llegó a ganar un oro en los Juegos Panamericanos de 1995 sólo unos días de atropellarle un coche.

El estadio Oval, en Kearns, al oeste de Salt Lake, había sido ya escenario de cinco de los diez récords actuales en las distancias olímpicas. Fue durante las competiciones preolímpicas de marzo de 2001. En la Copa del Mundo de diciembre se mejoraron dos más, así como 49 marcas nacionales y 123 personales. Aparte de la altitud, la calidad del hielo, con los métodos más modernos computerizados, permite un deslizamiento espléndido. Los nuevos patines móviles, que permiten con su giro que las cuchillas estén más tiempo en el hielo para dar potencia, han hecho el resto.

El domingo, la prueba femenina de los 3.000 metros fue un festival. La alemana Ani Freisinger, que ha posado desnuda para una publicación confesando que el patinaje de velocidad, sus trajes, son muy eróticos, hizo 3m 59,39s, a sólo 13 centésimas del récord de su compatriota Claudia Pechstein, que patinaba a continuación y lo rebajó a 3m 57,70s, es decir a 45,43 kilómetros por hora. Por lo tremendo fue que también la holandesa Renate Groeneweld, plata, la última en salir, y la canadiense Cindy Klassen, bronce, a la que arrastró Pechstein, mejoraron la plusmarca anterior.

Ayer, al cierre de esta edición, el japonés Hirayasu Shimizu, el hombre más rápido sobre patines, intentaba ganar de nuevo el oro, como en Nagano 98, y superar su récord, logrado en el mismo Oval de Utah el año pasado: 34,32s, que suponen 52,447 kilómetros por hora. En las eliminatorias de lunes hizo 34,61s, superado por el estadounidense Casey Fitzrandolph, que le amenazó con 34,42s.

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