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Reportaje:GOLF

'Mi psicólogo es el gimnasio'

El golfista español Olazábal empieza a recoger, con su sexto triunfo en el 'tour' norteamericano, los frutos de su esfuerzo para sobrevivir

Carlos Arribas

'Mi psicólogo es el gimnasio', dice José María Olazábal y lanza un guiño a tantos grandes golfistas que han superado sus crisis de juego gracias al apoyo de psicológos. 'Me entreno o juego una tarde y después, a la caída del sol, me voy al gimnasio. Me tiro hora y media haciendo pesas. Eso, los días normales. Pero los días en que no mando la bola donde he visualizado que debía ir me castigo: ración doble de gimnasio', explica.

Es la ética de Olazábal, vasco, de 36 años, que ganó el domingo el torneo Buick Invitational, en San Diego (California) -su sexto triunfo en el circuito norteamericano, incluidos dos Masters de Augusta, desde 1990-, que va el tercero en ese tour y el cuarto en el europeo, que es 28º del mundo y que despierta tanta admiración que ya hay voces que reclaman una excepción para que juegue la próxima Copa Ryder, la aplazada de 2001 a 2002 por los ataques terroristas del 11-S, en la que no tiene plaza, ya que los equipos se cerraron de acuerdo con los resultados del curso pasado.

Olazábal está en la luna, a donde ha llegado desde uno de los momentos más bajos de su carrera, el que siguió a su decepcionante actuación en el Abierto Británico de julio pasado. Un gran salto que, según él, tiene tres claves: 'Trabajo, trabajo y trabajo. Desde el Británico, es lo único a lo que me he dedicado, a trabajar'. Y a cuidarse.

A privarse. El domingo celebró su victoria californiana pidiéndose de postre un helado, dos bolas de vainilla y una de chocolate. Un vicio. Un pecado. Era el primero que se tomaba desde que está en Estados Unidos quien acompaña el trabajo en busca de músculo con un extremo cuidado en la alimentación, de la que prácticamente ha suprimido las grasas.

'José María no se pesa, pero nota las espaldas más fuertes y altas, los pectorales más tensos. Se nota sin grasa, se ve bien', dice por teléfono, desde Hollywood, donde juega esta semana, su mánager, Sergio Gómez; 'sabe que el golf no es como hace 15 años, que para luchar con los jóvenes que llegan ya no vale sólo la habilidad. Hace falta fuerza, y con la fuerza de salida logras estar más cerca del green y puedes llegar luego con un hierro 8 o 9 en vez de con un 5. Y con el 8 la puedes parar en el green. Y ésa es la clave. Ésa es la diferencia que había antes entre Tiger Woods y los demás'. O para usar un lob wedge, como el golpe de 80 metros en el hoyo 18 que, backswing incluido y casi emboque, le permitió dejar la bola a un metro del birdie.

De un año para otro Olazábal ha ganado 30 metros con el driver, una barbaridad que le ha permitido terminar el segundo y el primero en los dos torneos del circuito europeo de 2002 que jugó en Asia en noviembre pasado, y el 45º, el quinto y el primero en los tres que ha jugado desde enero en Estados Unidos.

Material, claro, para plantearse grandes metas. ¿Qué tal, por ejemplo, terminar el primero en el circuito norteamericano y en el europeo, como dijo Sergio García tras ganar en Hawai?: 'Me vale con ganar esta semana. Ni siquiera pienso en otra cosa. Ya no soy tan joven. Tengo que ir despacio, paso a paso'. O para volver a la carga con la posibilidad de jugar la Ryder: 'Es un tema cerrado. Sé que no voy a jugarla este año, pero habrá más. Es inútil hablar de ella'.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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