Sin Reyes no hay goles

Sin Reyes, el sopor se adueñó anoche del Sánchez Pizjuán. La baja del delantero sevillista, lesionado el lunes tras clavarse en la frente una baliza en el entrenamiento, dejó a su equipo y al partido huérfanos de gol. Los pelotazos largos a Moisés y a Aloisi sustituyeron la chispa y el regate del joven canterano blanco. Así, llegó el aburrimiento.

El escaso fútbol vistoso que hubo en la primera mitad lo puso Osasuna. El problema fue que, tan preocupados por guarecer su portería, los navarros apenas se atrevieron a salir de su campo con el balón jugado. Cuando lo hicieron, de la mano de Puñal e Iván Rosado, demostraron su apego por la velocidad, la verticalidad y el juego al primer toque. Debió ser que los fallos en el remate del propio Aloisi o sus compañeros Fernando y Palacios terminaron por convencer a todo el equipo de que mejor seguir haciendo compañía a Unzué.

A la vuelta de vestuarios, la entrada de Víctor en el centro del campo animó a su equipo, que se hizo con el control del juego. Y Olivera resucitó. En dos jugadas consecutivas mandó sendos balones a un poste y al larguero tras contraataque de su equipo. Luego, Unzué atajó un disparo del uruguayo ya dentro del área grande. Y aún hubo un disparo más al poste del escurridizo delantero.

El resto de compañeros siguió el ejemplo de Olivera y todo el segundo tiempo fue un acoso permanente de la portería de Osasuna y un 'bastantes problemas tengo como para atacar' de los navarros.

La recta final del encuentro acogió la consagración del empate. Los esfuerzos defensivos de Osasuna se vieron acompañados por la discutible expulsión del central sevillista Javi Navarro y la sustitución de Olivera, el único que había creado algo de fútbol en la segunda mitad, por el internacional mexicano Torrado, que debutó ayer con el Sevilla. Finalmente, ambos parecieron contentarse con un punto.