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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En recuerdo de José María Mohedano

Leo con tristeza, en la emotiva y acertada semblanza que realiza Vicente Molina Foix, la noticia del fallecimiento de don José María Mohedano. Yo sí tuve el privilegio de ser su alumno; fue durante el curso 85-86, el último, creo, de su carrera docente, en el instituto San Juan Bautista de Madrid. Don José María era sin duda un apasionado de la literatura; hombre cordial, a la par que exigente, con sus alumnos, sabía transmitirnos esa pasión con su característico tono ora melancólico, ora burlón. Hablaba del 98 y me descubría a un Baroja distinto al de Shanti Andía; nos reíamos con las anécdotas de un grupo de jóvenes y vitalistas poetas reunidos en un hotel sevillano allá por 1927; tratábamos de captar la intensidad dramática de Lorca y su Yerma ('Cásense porque les gusta su mujer, no por tener hijos', nos decía con cierta sorna); nos hacía partícipes de los últimos días de Machado (incluso nos trajo fotos de él y su familia durante una visita a la tumba del poeta) y, en fin, evocaba con cierto aire melancólico las lecturas públicas de Blas de Otero, recitando sus poemas con la vista fija en todos nosotros (y cuando alguien preguntaba cómo el régimen pudo permitir aquel grado de compromiso, se ensimismaba y nos decía con cariño: 'Señores, porque la poesía no vende, no es peligrosa'). En él descubrí un lado lúdico en la guerra civil, pero también la miseria de la posguerra y las visitas, a su pesar, a las dependencias de la DGS.

Pero no sólo me enseñó literatura, sino algo más importante: el valor de la coherencia. Aquel 1986 fue el año del referéndum sobre la OTAN. Recuerdo cómo un grupo de representantes políticos exponía las tesis de sus partidos en el salón de actos del instituto; cuando el orador del PSOE terminó de hablar, don José María clamó en medio de la sala: 'Yo estuve en el mitin en el que Felipe González expuso las razones por las que España debía abandonar la OTAN, y me convenció. ¡Aún estoy convencido!'.

Años después, aún puedo extraer de mi pasado muchas cosas acerca del 'Mohedano', como le llamábamos cariñosamente. Quisiera, como docente que soy, que alguna vez un alumno, aunque sólo fuera uno, me recordara con tanto cariño como yo lo hago hacia mi viejo profesor de Literatura. A don José María Mohedano, gracias.

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