El drama de Anabel Medina
La última española en Melbourne sufre una rotura de los ligamentos cruzados de su rodilla derecha cuando se enfrentaba a Seles
Cuando mejor le estaban saliendo las cosas, Anabel Medina vivió ayer un drama. Había alcanzado en Melbourne, en el Abierto de Australia, los octavos de final de un torneo del Grand Slam por primera vez y despertado ilusión y grandes sensaciones cuando rompió de entrada el saque de la estadounidense de origen serbio Mónica Seles, a quien llegó a dominar por 2-0 gracias a sus certeros golpes y su agresividad. Sin embargo, tras 24 minutos de juego, ya con 2-4, su pierna derecha se trabó en la pista, su rodilla lo acusó y quedó tendida con gestos de intenso dolor y lágrimas en sus ojos.
Fue su final en un torneo que difícilmente olvidará. Un adiós triste, inesperado, brutal para una tenista que estaba alcanzando una madurez prometedora a sus 19 años de edad. Durante dos eternos minutos nadie acudió en su ayuda. Aunque gritaba de dolor, Seles la miraba desde el otro lado de la red, incapaz de reaccionar. La juez de silla y Carole Doherty, una de las fisioterapeutas de la asociación mundial (WTA), tardaron en llegar hasta ella.
Medina se negó a aceptar su trágico destino. Tras una primera cura de urgencia, intentó continuar. Logró disputar otros dos puntos. Pero, con 30-0 para Seles, tuvo que rendirse. No podía más. Y empezaba ya a tener conciencia de que su lesión era mucho más seria de lo imaginado en principio.
Tras llorar de forma desconsolada en el vestuario y pasar el control antidopaje, abandonó el club con muletas. Una posterior resonancia magnética confirmó los temores: sufre una rotura de los ligamentos cruzados de su rodilla derecha. Necesitará una intevención quirúrgica y estará de baja entre tres y seis meses.
Una pésima noticia que le llega en el momento más brillante de una carrera que aún está iniciando. Anabel despertó expectación en el último Masters Nacional, en Barcelona, en diciembre, cuando superó a Arantxa Sánchez, Conchita Martínez y Marta Marrero para proclamarse campeona. Pero ha sido en Australia donde su progresión ha adquirido una dimensión internacional. 'Empezó jugando muy bien y me colocó bajo presión', reconoció Seles. Y la legendaria Billie Jean King, capitana del equipo norteamericano de la Copa Federación, agregó: 'Es de lo mejor que he visto últimamente. Creo que estamos ante una gran promesa y me encanta su carácter, su gran genio'.
Medina se retiró de los dobles y los dobles mixtos. Y salió hacia Valencia acompañada por su entrenador, Gonzalo López, y su compañera de dobles y mejor amiga, María José Martínez. 'Cuando iba ganando por 2-0, me sentía en la gloria', comentó luego. 'Pronto me dí cuenta', explicó a continuación, 'de que la lesión era muy seria. Pero voy a intentar estar lista de inmediato y llegar a punto para Roland Garros'. Su clasificación mundial -se va a colocar alrededor del puesto 40º- quedará protegida.
La lesión de Medina puso de nuevo al descubierto las dificultades que está planteando la pista de rebound ace de Melbourne justamente en los inicios de la temporada. Los daños físicos han causado ya siete abandonos en los cuadros individuales. Y otros jugadores sufrieron calambres o vieron agravados problemas anteriores aunque pudieron concluir sus encuentros, como el australiano Lleyton Hewitt (calambres y varicela) y el brasileño Gustavo Kuerten (abductores) o como el chileno Marcelo Ríos (calambres) y la estadounidense Venus Williams (tendinitis), que siguen en el torneo.
'El problema fundamental es que la gente llega muy justa de preparación', comenta Josep Perlas, capitán del equipo nacional de la Copa Davis y entrenador de Albert Costa, el único español que resiste en Melbourne y que la pasada madrugada debía enfrentarse al surafricano Wayne Ferreira en los octavos de final. 'No hace ni más ni menos calor que otros años ni la pista es más rara y pegajosa. La bola es más pesada, eso sí. Pero eso no produce lesiones. Quienes menos tiempo de preparación tuvieron fueron los ocho jugadores que disputaron el Masters. Y en dos rondas no quedaba ninguno'.
El torneo masculino está más abierto que nunca. Parece un terreno abonado para el norteamericano Pete Sampras, el único superviviente que ha ganado en Melbourne (1994 y 1997). Pero su rival de esta madrugada era el ruso Marat Safin. Un duelo entre los únicos ganadores de competiciones del Grand Slam que quedan.
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