Un caldo para saltar fronteras

El txakoli ha alcanzado su mayoría de edad en la última década, en la que ha vivido más cambios que en los cien años anteriores. La profesionalidad se ha instaurado en el sector. Las labores de bodega se encomiendan por fin a un enólogo, aunque se trate de un profesional volante que asesora a varios productores. La presentación y el vestido de la botella se pueden equiparar a cualquier vino del mundo. Las labores del campo o viticultura también han ganado protagonismo.

Sin embargo, el camino hacia la excelencia es largo y tortuoso. Aún es necesario unificar criterios y dedicar mayores esfuerzos a la investigación. Dentro de la vanguardia de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina se encuentra la bodega Bentalde, más conocida por el nombre de uno de sus vinos, Gorrondona. A su frente se encuentra un equipo muy joven, aunque con sobrados conocimientos en enología y viticultura. Pero la mejor de sus virtudes es no tener miedo a romper esquemas en el mundo del vino. Uno de los mayores méritos de la pareja formada por Andoni e Itziar es su afán por romper la monotonía del uniforme mercado del txakoli. Si su caldo más popular, el Gorrondona, es un vino ligero, fresco y con esa punta de acidez necesaria que gusta a todos los paladares, el Doniene hace un guiño a la selección del fruto y a la producción controlada, buscando ese blanco glicérico envolvente.

El Doniene fermentado en barrica busca complejidad y longevidad. Este interés por elaborar blancos de guarda es toda una novedad y es la primera bodega de nuestro entorno que se ha embarcado en este gran empresa de experimentar en el aporte de la madera a la hondarribi zuri.

En el txakoli beltza de Bakio, la bodega continúa la elaboración de su joven negro. Ahora sus esfuerzos se encaminan a conseguir ese gran tinto de guarda con su Gorrondona Crianza al más puro estilo bordelés.