De la ONCE

Escribo esta carta para que, gracias su periódico, todos sus lectores puedan saber el papel que tenemos los educadores de perros guía.

Ésta es una labor que realizamos de forma voluntaria para que los cachorros que serán perros guía en un futuro puedan convivir con una familia y acostumbrarse a todo lo que una persona hace en su día cotidiano y menos cotidiano; para ayudarnos contamos en todo momento con el apoyo de todo el equipo de profesionales de la ONCE y de una ley dentro de la Comunidad de Madrid, que obliga a dejarnos entrar en cualquier lugar como si fuéramos ciegos. Al cabo de ese año se devuelve a la ONCE para que los adiestradores terminen de realizar tan difícil labor.

Se preguntarán qué es lo que me hace escribir esta carta; hoy, día 2 de enero, salía de un centro comercial con el cachorro que ahora estoy educando y he ido a coger un taxi; el taxista me ha prohibido que entrara con un perro en su vehículo, afirmando que yo le había puesto esa camiseta, pero que no se creía que ese perro fuera de la ONCE. Sigue sorprendiéndome cómo la gente puede pensar que se hace esto para entrar con un perro... ¿el carnet de educadora también es falso? ¿La chapa del perro?

Me quedaba sólo denunciarlo, aunque es agotador y es por eso por lo que escribo; ¿no deberíamos todos concienciarnos de que para que en un futuro estos perros realicen de forma correcta su trabajo tienen que acostumbrarse desde pequeños?