Osasuna deja al Alavés descosido
Osasuna jugó como siempre, y ganó. El Alavés jugó como nunca, y perdió. Ante todo, en Mendizorroza hubo justicia, mucha justicia. En el equipo de Mané, por primera vez, nadie cumplió con su trabajo. Y como en el Alavés no hay milagros ni genialidades, sino que todos sus méritos parten del esfuerzo, ocurrió lo inesperado. Osasuna, un equipo colocado muy por debajo en la clasificación, le dejó descosido. Le endosó la derrota más atronadora en los 18 partidos que ha disputado esta Liga.
Osasuna no sorprendió. Hizo lo que sabe. No tuvo más suerte de lo habitual, sino la misma. Es decir, necesitó ocho oportunidades de gol para marcar. En Vitoria cumplió su promedio. A la octava, el marcador ya no pudo sostenerse más. El equipo de Lotina se adelantó y tuvo la consistencia suficiente no sólo para aguantar al Alavés, sino para adelantarle por la izquierda. Cuando Osasuna no tiene la imperiosa necesidad de marcar, juega mejor.
ALAVÉS 0| OSASUNA 2
Alavés: Herrera; Geli, Coloccini, Karmona, Llorens; Astudillo, Pablo; Magno (Vucko, m. 58), Jordi, I. Begoña (Turiel, m. 58); e I. Alonso (R. Navarro, m. 70). Osasuna: Unzue; Cruchaga, Jusué, Josetxo; Izquierdo, Alfredo (Rivero, m.64), Puñal, Fernando; Palacios, Gancedo (Lekunberri, m. 84); y Aloisi (Armentano, m. 90). Goles: 0-1. M. 51. Fernando coloca el balón en la cabeza de Palacios, que remata sin oposición. 0-2. M. 69. Gancedo saca de esquina y Jusué cabecea solo. Árbitro: Esquinas. Amonestó a Pablo, Ibon Begoña, Llorens; Gancedo, Alfredo y Lekunberri. 14.227 espectadores en Mendizorroza.
La diferencia entre los dos fue abismal. El Alavés sólo existió durante diez minutos, los primeros del derby. No ocurrió nada espectacular. Simplemente, que encontró espacios y esto propició un fútbol de toque. Hasta que Osasuna vio que no le convenía. Ralentizó el partido, y lo puso en los pies del Pipa Gancedo. No es que al equipo navarro le sobren los recursos. En absoluto. Pero tuvo más criterio, asunto éste que no viene mal en partidos que, como el de ayer, se fueron trabando más y más hasta caer en la somnolencia.
Osasuna, con una lentitud exasperante, empezó a sumar ocasiones, que es lo suyo. Como Aloisi estuvo bien tapado por Coloccini, sólo le quedó el recurso de los saques de esquina y las faltas. Herrera y sus compañeros pusieron la alfombra a su rival para llegar hasta la portería, pero no hubo novedades. Osasuna seguía tan samaritano como siempre. El mayor de todos fue Fernando, paradigma de la lentitud, que desperdició las facilidades concedidas por Geli.
¿Y el Alavés? Nadie supo de él. Algunos balones colgados, más para quitárselo del medio que como argumento ofensivo; un buen surtido de balonazos a ninguna parte, pero ante todo menos garra de la habitual. Las navidades han reblandecido al equipo de Mané. Y cuando falla el principio básico, se tambalean los demás.
Ante tanto despropósito, Osasuna hizo su trabajo. Después de mucho avisar, hizo diana. En la única jugada de peligro en la que no participó Gancedo, la terminó Palacios. Marcó de cabeza, como ocurrió también en el segundo gol. En una soledad absoluta, al saque de un córner de Gancedo, Jusué remató el partido. El Alavés tuvo una reacción nula. Para cambiar el signo del choque no hacían falta los tres cambios legales, sino once.
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