Victoria balsámica en el Camp Nou
Kluivert y Saviola firman el triunfo de un Barça en el que brillaron Rivaldo y Sergi y que derrotó a un desconocido Zaragoza
El Barça se reencontró anoche, a costa de un triste Zaragoza, con algo de la paz perdida. Siete días para ganar tiempo en esta dura cuesta de enero (sigue séptimo, a cinco puntos del Real Madrid, el líder). Los azulgrana, con goles de Kluivert y Saviola, vencieron y rompieron una racha que se remontaba desde el lejano noviembre. No hizo el Barça un fútbol deslumbrante pero por primera vez en tanto tiempo, consiguió dominar a un rival con facilidad, generar un puñado de ocasiones e inyectar una dosis de esperanza a la afición. Kluivert y Saviola, justo antes y después del descanso, sentenciaron, a centros de Sergi, un marcador que no reflejó el apabullante dominio azulgrana. No le acompaña al Barça ni la suerte: De Boer, por dos veces, Kluivert y Rivaldo, de una espléndida vaselina, enviaron hasta cuatro veces el balón al palo. El Zaragoza, desorientado y desconocido, lejos de su alegre fútbol de otros tiempos, se limitó a ser un invitado de piedra frente a la primera reacción azulgrana después de dos meses nefastos.
BARCELONA 2| ZARAGOZA 0
Barcelona: Reina; Puyol, Christanval, Frank de Boer, Sergi (Overmars, m.83); Gabri, Xavi, Rivaldo (Alfonso, m.86), Cocu; Kluivert (Coco, m.80) y Saviola. Zaragoza: Lainez; Pablo, Aguado, Paco, Esquerdinha; Galleti (Marcos Vales, m.66), Acuña, Chainho, Vellisca (Garitano, m.45); Juanele (Corona, m.73) y Bilic. Goles: 1-0. M.45. Kluivert remata con la pierna izquierda un centro de Sergi. 2-0. M.54. Se repite la jugada entre Sergi y Kluivert, pero éste concluye con una asistencia a Saviola, que empuja a la red. Árbitro: Rafael Ramírez. Amonestó a Pablo, Xavi, Aguado y Esquerdinha. Unos 45.000 espectadores en el Camp Nou.
La noche acabó mejor de lo que empezó porque el Camp Nou, semivacío, en un síntoma de castigo a tanta falta de desapego de sus jugadores brasileños, amenazaba lo peor. El cuerpo técnico añadió gramos de confusión al sentar en el banquillo a Bonano y apostar por Reina. Rivaldo, además, se sometió al veredicto de la grada después de haberse mostrado contrario a la celebración de un amistoso entre Brasil y Cataluña. Pero al final fue ovacionado. Todo acabó bien gracias principalmente a Sergi, el capitán, que volvía al equipo tras haber sido desplazado por su lesión por Coco. El lateral aclaró la falta de ideas inicial del Barça, volvió a las raíces y abrió el juego por las bandas. Cuestionado inicialmente, de dos centros suyos por la izquierda nacieron los goles del Barça.
Fue un final plácido porque los azulgrana, en la primera media hora, ofrecieron un canto a la impotencia con un fútbol igual de plano que antes del parón navideño. Su juego volvió a ser deslabazado, inconexo, lento y descorazonador. Agarrado a la omnipresencia de Rivaldo, que actuó más atrasado y catalizó a sus compañeros, el Barça tuvo la pelota, puso voluntad y entrega hasta generar cuatro oportunidades de gol. Pero fueron acciones aisladas que no culminaron. Fue así como Gabri disparó un trallazo que rozó el larguero; o como Puyol centró, a portería vacía, sin que nadie se percatara de que por ahí pasaba el balón o como Saviola no logró rematar un rechace de Lainez a un chut de Xavi. No hubo mucho más: salvo un remate a bocajarro de De Boer que Juanele desvió bajo los palos. La presencia del tridente tampoco aclaró las ideas arriba: el juego de los tres delanteros debía implicar un seguro de gol, pero el trío cometió el error de siempre: se olvidó de las bandas y se empeñó en canalizar el juego por el centro y en ensayar inútiles jugadas de billar. No están los tiempos en el estadio azulgrana para tanto virtuosismo.
No cundieron los nervios porque el Zaragoza se mostró sumamente discreto. Jugó con parsimonia y no dio la sensación del menor peligro. No se acercó prácticamente al área azulgrana salvo en una falta que lanzó Acuña y que Reina resolvió con solvencia. Todo parecía sentenciado en la primera parte cuando Sergi vio la luz al abrir el campo hasta el banderín: el capitán se fue por velocidad de Juanele y puso el balón justo donde Kluivert, especialista en hacer fácil lo más difícil y viceversa, no suele fallar: recibió de lado y empujó la pelota con fuerza hasta el fondo de la red.
El gol fue balsámico. Llegó en un momento psicológico que calmó al Barça, que empezó a ganar la confianza extraviada desde hacía semanas. No tuvo después suerte en la reanudación porque el holandés, justo en el primer minuto, lanzó un balón a la base del poste. Pero vista la fórmula de abrir el juego por el territorio de los añorados extremos, Sergi repitió el centro para Kluivert que sirvió el gol en bandeja a Saviola. Con el marcador en franquía, el Barça se dedicó a jugar y acorraló a un atribulado Zaragoza. Gabri, De Boer, Rivaldo y Overmars tuvieron el tercer gol en sus botas. Pero la goleada no llegó y la grada se entretuvo con los tradicionales y contranatura cambios de Rexach: Coco por Kluivert y Overmars por Sergi. El público se reconcilió, una vez más, con Rivaldo, que no vio puerta pero que empujó al equipo como nadie, y se fue a casa con una sensación casi desconocida: el Barça no vencía en el Camp Nou desde el 11 de noviembre.
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