Tragedia ante el escaparate de una tienda en Sant Cugat
La gente se pregunta cómo se pudo llegar a producir un accidente que costó la vida a un joven matrimonio que esperaba mellizos
Estaban mirando un escaparate. Es lo único que acertaba a decir ayer la madre de Carmen Santos, la mujer que murió el viernes junto a su marido, Pedro Tejón, ambos de 31 años, al ser atropellados por un autobús urbano que trataba de sortear un coche que su conductor había dejado mal aparcado.
Carmen y Pedro se habían casado hace cinco años y abandonaron su ciudad natal, L'Hospitalet de Llobregat, para irse a vivir a Sant Cugat. Carmen estaba esperando mellizos, un niño y una niña. Los dos trabajaban en Barcelona, ella en una empresa de transportes, él en una empresa financiera. Mañana se celebrarán sus funerales en el monasterio de Sant Cugat y posteriormente recibirán sepultura en L'Hospitalet.
Los siete heridos permanecen ingresados en situación estable en el Hospital General
Los otros siete heridos -tres adultos y cuatro niños- permanecen en el Hospital General de Catalunya. El gerente del centro, Antoni Balugo, ja informado de que 'todos están en situación estable y ninguno de ellos corre peligro'. La más grave es una joven con una fractura de pelvis. Los otros dos adultos sufren politraumatismos. La conductora del autobús también está ingresada bajo tratamiento psicológico. Ayer, ya pudo hablar y explicar lo ocurrido -el viernes sufrió una situación de bloqueo que le impidió hablar- sin que ello haya trascendido por orden de la juez de Rubí que lleva el caso, Mónica Zascarra.
El confusionismo de los primero momentos provocó desagradables anécdotas como la de una amiga de Carmen Santos, que supo por la televisión que un matrimonio joven de Sant Cugat y su hijo pequeño habían muerto al ser atropellados por un autobús. Respiró, la joven pareja que ella conocía no tenía ningún hijo. Más tarde se supo que esta información no era correcta. No había ningún niño con el apellido Tejón en la lista de heridos. A la mañana siguiente, la amiga supo por la prensa que sí, que los que habían muerto en el accidente eran sus amigos.
El lugar donde sucedieron los hechos es caótico: la plaza de Octavià es un céntrico lugar de Sant Cugat que está patas arriba desde el verano. Las calles son estrechas y muy transitadas, están atestadas de comercios, y de coches mal aparcados que dificultan más el paso de otros vehículos. El viernes, tras el trágico accidente, comerciantes y ciudadanos se quejaban amargamente de la tradicional ausencia de agentes de la Policía Local en la zona. Ayer, en cambio, no faltaban agentes que, bloque de multas en mano, vigilaban que nadie dejara el coche al lado de las obras. Pero ayer el despliegue y la firmeza de los policías tampoco impidieron que la gente dejara de aparcar en sitios prohibidos. Un hombre que dejó la moto muy cerca de donde el viernes estaba estacionado el coche que causó indirectamente la muerte de la joven pareja, fue reprendido y multado por ello.
Los comerciantes de la zona reivindican la construcción de un aparcamiento subterráneo e incluso lanzaron una campaña con carteles incluidos hace meses. Pero afirman que, tras varias reuniones, la respuesta del Ayuntamiento fue que ya hay demasiados aparcamientos en la zona.
Después de la tragedia, empiezan los interrogantes. ¿Cómo acabó el autobús empotrándose contra el escaparate de la tienda? Todo indica que la primera reacción de la conductora del autobús, como ocurre otras tantas veces, fue tocar el claxon y esperar a que el propietario del coche mal aparcado saliera para quitarlo. Pero la gente siempre tiene prisa y empezaron a sonar los agudos sonidos de los cláxones y las protestas de los conductores que iban detrás del autobús parado. Así que la conductora del vehículo público decidió esquivar el coche. La calle es estrecha, y la maniobra la obligó a subirse a la acera, donde hay un comercio junto a otro. Se quedó atrancada, hay aún pintura verde en el poste que torció con la maniobra, y dio más gas. Se empotró contra la tienda de ropa, donde en aquellos momentos había tres dependientas y una clienta, rebotó, y se llevó por delante a la pareja y a siete personas más.
Lo primero que oyó Montserrat Fernández, una de las dependientas de la tienda, fueron gritos: 'La gente sabía que ocurría algo, levanté la cabeza y vi como el autobús se empotraba contra la tienda'. Fernández aún no entiende qué pasó: 'Es difícil de entender porque aquí, en esta calle, es imposible ir deprisa'. El problema, opina, es que 'la gente siempre quiere aparcar al lado de donde compra'.
El alcalde de Sant Cugat, el convergente Lluís Recoder, tiene claro que ha sido una actitud incívica la que ha causado las dos muertes: 'Un coche mal aparcado ha sido el causante de una tragedia'. Ante las quejas sobre la falta habitual de policías en una zona con tantos problemas circulatorios, Recoder quiso dejar claro que su Ayuntamiento recibe críticas porque las 'grúas funcionan constantemente' y que el problema de 'los coches mal aparcados es un problema en sí mismo. Tal vez, lo que tendríamos que pensar es sancionar más a los conductores'. Recoder no quiso hablar sobre las causas del accidente a la espera que la juez aclare los hechos.
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