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Columna
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Semilla

Cada año es un dardo de fuego. Debes agachar la cabeza, como hacían antiguamente los cobardes con las flechas, para que el nuevo año pase por encima y no te mate. Como los soldados de Roma más lúcidos que hurtaban el bulto en la batalla, sólo así podrás desfilar victorioso por la vía Apia y luego bañarte en las termas de Caracalla junto a una mujer que no prefiera a los héroes y sepa perdonar tu falta de grandeza. El tiempo será siempre el arma más mortífera, pero eran más dulces los días aquellos cuando la vida aun estaba sometida a los ciclos agrarios y el sol, que nacía en forma de Dios cada año nuevo, gobernaba las siembras, floraciones, sazones y cosechas siendo entonces todas las semillas inmortales. Como un niño se renovaba el sol en el vientre de todas las vírgenes y en primavera reventaba en las gemas de todas las plantas y luego se convertía en espárrago, trigo, granada o fruto de la vid para ser cosechado, segado o vendimiado bajo el ardor del verano o la melancolía del otoño. Ya no existen solsticios ni equinoccios sino ciclos comerciales: el perro de Paulov que llevamos dentro obedece ciegamente a cada anuncio publicitario, del mismo modo que se estremecen de terror los besugos y langostinos en el fondo del mar cuando oyen que arriba el Papa desea al mundo feliz Navidad con una garrota de oro en la mano. Ser joven consiste en tener salud y un proyecto, cosa que puede suceder a cualquier edad, solo que si eres viejo y aun tienes amor alguien dirá que ya no podrás equivocarte otra vez, pero qué más dará un nuevo error si hoy todos vivimos al borde del acantilado y el Dios agrario ya sólo da uvas de acero. Después de los misiles inteligentes están a punto de llegar las bombas con sensibilidad de mastín que guiadas por el olfato irán por escaleras, pasillos y despachos en busca del enemigo y sólo matarán a los más valientes. A pesar de esta industria de la muerte, el tiempo es aun el dardo que lleva el veneno más poderoso, de modo que debes agachar la cabeza cuando cruce el espacio el año nuevo y una vez a salvo, erigido en cobarde, pide que comience de nuevo para ti antiguo baile y así pronto subirá savia y llegarán las flores, tendrás navegaciones, en verano caerá el cinc sobre tu cabeza y luego podrás colgarte un racimo de moscatel en la oreja desnudo como un romano y seas joven o viejo, mientras tengas un proyecto, la vida te volverá duro, seco y dorado como la luz del esparto y de esta forma alcanzarás ya la inmortalidad de la semilla.

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