Mis tres viajes a la India

Hay quien tiene mono de tabaco y quien tiene mono de la India.

Sí, es que hace ya cuatro años que no voy. He estado allí tres veces, con la mochila al hombro, recorriendo el país durante dos meses. Así que conozco casi todos los Estados. Creo que tengo un verdadero cuelgue por ese país.

¿Sabe ya para qué va?

No es un rollo místico, ni nada de eso. Yo hacía yoga antes de ir a la India, no como consecuencia del viaje. Pero es que allí recibes tal carga de sensaciones que no necesitas un motivo concreto. Es como oxigenarse.

¿Qué se aprende de mochilera por un país así?

Lo primero, el impacto de las diferencias. Cada Estado es un viaje. El norte, parapetado por el Tíbet y Nepal. El sur, que es como un Caribe africano. Y además aprendes a olvidar todos los escrúpulos, si es que algún día los tuviste.

Me tienta preguntarle lo más asqueroso que ha comido allá.No es para tanto. Yo he tomado té en los sitios más infectos que te puedas imaginar. Y me he lavado con un cubo de agua... pero no le das importancia. Como tampoco se la das a incidentes que aquí serían un mundo.

Ilústreme, por favor.

He tenido que dormir en una estación porque no tenía alojamiento. Y sin perder la sonrisa. En otra ocasión robaron en la habitación donde dormíamos, estando nosotros dentro. Ten en cuenta que allí hay mucha gente con necesidad. Pero al final todo se soluciona. Estás muerta de sed en un sitio inhóspito y de repente aparece un tipo con agua mineral.

Supongo que ese tipo será hoy amigo íntimo.

Él no, pero tengo un colega en Benarés de esos que van con una motillo taxi. Cada vez que lo veo está más hecho polvo y alcoholizado, porque cada vez que le dábamos dinero para un vehículo nuevo, se lo gastaba en beber.

Debo pensar que a una viajera como usted le pone de los nervios la palabra touroperador.

Sí, pero me encanta la palabra room service cuando viajo en otro plan, desde luego.