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Un vendedor ecuatoriano, acribillado a tiros en una inmobiliaria de Arganzuela

La policía indaga si una venganza es la causa del asesinato

Un inmigrante ecuatoriano de 30 años, Javier Rugel, murió ayer acribillado a balazos en la inmobiliaria de Arganzuela en la que trabajaba. Un hombre de mediana edad entró en el establecimiento y, tras preguntar a Rugel por alquileres de pisos en la zona, le descerrajó cuatro tiros, causándole la muerte en el acto. La policía investiga si este homicidio se debe a una venganza: el dueño de la inmobiliaria había sufrido hace 15 días el robo de un maletín por el que fueron detenidos, poco después, dos hombres colombianos. El propietario y Rugel los identificaron en el juzgado, según fuentes policiales. Este homicidio eleva a 94 las muertes violentas en Madrid en lo que va de año.

El homicidio de Javier Rugel se produjo sobre las diez de la mañana en la inmobiliaria Boma, ubicada en la parte posterior del número 50 de la calle de Julián Rabanedo, cerca de la M-30 y de la plaza de Legazpi. A esa hora, en el local sólo estaban la secretaria de la empresa y la víctima. Un hombre que llevaba la cabeza cubierta con un gorro entró en el establecimiento, pidió información sobre el alquiler de un piso en la zona de Legazpi y, tras mantener una corta conversación, sacó una pistola del calibre 9 milímetros corto y le descerrajó cuatro tiros, casi a quemarropa, a Javier Rugel. Los disparos le alcanzaron en la cabeza y la espalda. La víctima cayó de lado, cerca de la entrada de la inmobiliaria. El homicida salió a la calle y huyó del lugar sin que ningún vecino le viera.

La secretaria del local corrió despavorida hacia una cafetería situada en la calle de Teresa López Valcárcel, a unos 50 metros del lugar del crimen. Nada más entrar al bar pidió que le dejaran unas monedas para llamar por teléfono y avisó desde una cabina al 091 del Cuerpo Nacional de Policía, a uno de cuyos operadores relató que una persona había resultado herida por arma de fuego.

Charco de sangre

'La hemos visto muy nerviosa. Luego hemos oído que su compañero estaba sangrando mucho', explicó un camarero del bar. Cuando llegaron los facultativos de una UVI móvil del Samur-Protección Civil encontraron a Rugel rodeado por un enorme charco de sangre. Sin manipular el cadáver, certificaron su fallecimiento, según contó un portavoz de este servicio sanitario municipal.

La policía investiga ahora si la muerte de Rugel fue una venganza. Se da la circunstancia de que el dueño de la inmobiliaria, de origen colombiano, sufrió, quince días antes, el robo de un maletín por parte de dos hombres de su misma nacionalidad que iban en una moto. Después de sufrir el asalto, el hombre avisó a la policía, que peinó la zona y logró detener a los dos asaltantes, según comentaron allegados de la víctima. El dueño y Rugel reconocieron al día siguiente a los autores del atraco en una rueda de reconocimiento. Por eso, los investigadores barajan la posibilidad de que el pistolero actuara por encargo. Ayer se ignoraba qué contenía aquel maletín.

Los investigadores interrogaron al dueño de la inmobiliaria y a sus empleados, todos ellos de origen colombiano. También analizaron las imágenes captadas por una cámara de vídeo del interior del local. La forma de actuar de los asesinos es muy similar a la del homicidio de Alberto Orozco Castellano, un colombiano de 49 años que era dueño de un locutorio en el número 8 de la calle de María Antonia (Usera). El pasado 7 de noviembre fue tiroteado en el interior de su negocio, según fuentes policiales. El tipo de arma empleada (una pistola del calibre 9 milímetros corto) también coincide, por lo que los investigadores no descartan que el homicida fuera el mismo en sendas ocasiones.

Rugel, que carecía de antecedentes policiales en España, llegó a Madrid hace unos seis meses. Desde entonces vivía con su hermana, según explicó un amigo de la víctima. Estaba casado y en Ecuador viven su mujer y una hija. Se encargaba de localizar pisos que después eran puestos en venta en la inmobiliaria. Anoche nadie había reclamado su cadáver, que se encuentra en el Instituto Anatómico Forense. La inmobiliaria fue abierta hace más de un año.

Los vecinos de la zona donde se produjo el homicidio (los aledaños de la calle de Teresa López Valcárcel) formaron patrullas ciudadanas nocturnas el pasado septiembre para ahuyentar a los vendedores de droga y a centenares de toxicómanos que se refugiaban en las naves abandonadas. También protestaban por el incremento de la violencia que, según ellos, se produjo a raíz de la presencia de los drogodependientes.

Empleados de la funeraria sacan el cadáver de Javier Rugel de la inmobiliaria en la que trabajaba y en la que fue asesinado.
Empleados de la funeraria sacan el cadáver de Javier Rugel de la inmobiliaria en la que trabajaba y en la que fue asesinado.CLAUDIO ÁLVAREZ

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