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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Medio siglo después

Mi catedrático de Ciencias Naturales decía, durante la guerra, que cuando faltan los alimentos se va uno nutriendo de su propio hígado y se pone amarillento. Él lo estaba, el pobre; nosotros, los alumnos, algo menos porque nuestros hígados eran más frescos. Está pasando con el teatro, que sufre esa misma penuria de alimento fresco y se amarillea con el sabor del pasado. Cuidado, no quiero decir que no haya hoy obras inéditas de calidad, y escritores para el teatro; por algunas razones las empresas o los oficiales prefieren repetir títulos antiguos, nombres clásicos, autores famosos y a ser posible con buenas anclas en el cine. Supongo que no debe ser mala cosa cuando lo hacen con tanta dedicación. Pero la casi reducción del teatro a un repertorio puede estancarle como ha sucedido ya con la zarzuela y está sucediendo con la ópera.

Dulce pájaro de juventud

De Tennessee Williams. Versión libre: José Luis Mirando. Intérpretes: Analía Gadé, Pep Munné, Gorgonio Edu Abaga, Lola Cordón, Román Sánchez, Francisco Piquer, Nathalia Pozo, Luisa Fernanda Gaona, Pedro Casado, Juan Antonio Molina, Alejandro Novamuel. Dirección: Alfonso Zurro. Teatro Albéniz. Madrid.

Dulce pájaro de juventud era de aquellos buenos alimentos hace casi medio siglo: hoy amarillea, se acartona. La vieja actriz con el chulo que va perdiendo juventud, el político corrupto, el aborto, los matones, el calor del Sur... Tennessee Williams, que probablemente se identificaba con las viejas damas de sus obras -le vi alguna vez con un muchacho con torso de boxeador- tuvo con ésta y con otras grandes obras una fuerza extraordinaria. En el tiempo transcurrido se quedan los personajes como figuras de cera, como un museo de algo que precedió a este otro algo que es la vida y en ciertos aspectos del amor y de la caída es mucho más duro, más cínico, más cruel. No es que no lo sea en esta obra para el personaje explotador, que termina siendo la víctima: la dama le abandona hacia algún supuesto cine, y los hermanos de la chica embarazada, simplemente, le castran. A pesar de la libertad de la versión, el lenguaje se queda seco y antiguo; y la interpretación, aunque sea de actores como Analía Gadé, Pep Munné y sus compañeros, se hace también demasiado rígida, sin que le falten los aplausos de cortesía del público.

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