Neiffe Peña y Petrona Martínez, dos voces de tierra y urbe caribeñas
La venezolana y la colombiana sorprenden con sus nuevos discos
Son voces únicas que confirman la gran vitalidad de la música caribeña: más urbana y refinada en el caso de la venezolana Neiffe Peña, tradicional y apegada a la tierra la de la colombiana Petrona Martínez. Dos descubrimientos alejados de las falacias de la industria discográfica. Neiffe Peña ya ha publicado Venezuela cautiva en el mercado español y Petrona Martínez acaba de grabar el suyo en Londres con sus inseparables tambores.
'Yo tengo la sangre negra / y el cabello ensortijao / mi abuelo era español / y mi padre era coriano', canta Neiffe Peña en su disco Venezuela cautiva. 'El sentimiento de la música negra, la armonía y la melodía española, y toda esa magia mística del índigena en comunión con la naturaleza y las fuerzas telúricas, eso somos los americanos', afirma.
'Cautiva, porque los venezolanos somos un pueblo preso en su propia belleza. Y aún no hemos dado al mundo nuestra cultura, nuestra música'.
En el disco hay sintetizadores, guitarra eléctrica, batería... 'Quise traer la música de raíz al presente', asegura Neiffe Peña, que canta Luna menguante, que Simón Díaz compuso hace 40 años y Caetano Veloso ha grabado para la nueva película de Almodóvar. 'Se llama oficialmente Luna menguante, pero mucha gente la conoce con el título de Tonada de luna llena, explica. 'La tonada es un canto de trabajo que canta el llanero cuando ordeña a la vaca y tranquiliza al animal'.
Ahora vive en México, donde prepara un disco de boleros. 'Vamos a ver cómo le rompemos el corazón a la gente', dice riendo. 'Al llegar a Cuba empezaron a llamarme la Freddy venezolana. Su hija fue a verme al teatro y me contó la historia de esa cantante de los años cincuenta, con un color vocal impresionante'.
33 nietos
Si a Neiffe Peña los cubanos la han vinculado a su legendaria Freddy -hasta tiene el proyecto de rodar una película sobre su vida-, Petrona Martínez podría evocar a Cesaria Evora. En el hotel madrileño en el que se hospedó cuando visitó nuestro país, esta colombiana, que confiesa 33 nietos -'cuando esos pelaos se encienden a cantar, tocar y bailar tengo que coger un palo para mandarlos callar'-, echaba de menos las plantas y gallinas de su humilde casa en el macondiano pueblo de Malagana, a una hora en coche de Cartagena de Indias. 'El nombre es San Marcos, pero ya se lo han borrado', dice. 'Cuentan que había tres compadres, dos peleoneros y otro no. El primero amenazaba con matar al segundo, que quedó de mala gana, o sea triste. Y el tercero se fue para evitar la lucha. Por eso quedaron tres pueblos: Evitar, Mate y Malagana'.
Los cantos de Petrona Martínez, con tambores y palmas, revelan la influencia africana. Es una de las últimas bullerengueras, 'porque las viejas ya han muerto y la juventud no se ha dignado conservar la tradición'. 'El bullerengue es una música de ritmo pausado y lento, pero alegre y que se baila en las fiestas de San Pedro, San Juan, San Cayetano...'. Se le escapa la risa cuando le preguntan si es cierto que se gana el arroz recogiendo arena del arroyo. 'La trabajan mi marido, mi hijo y los yernos. Hace años que los médicos me prohibieron cargarla en mi cabeza', aclara.
En octubre, Petrona ha estado grabando un disco en Londres acompañada de sus inseparables tambores. Le gustaría que le pusieran como título El parrandón: 'Por un tema que dejo ahí para el día que me muera. Dice: 'Cuando yo me esté muriendo, / que vengan mis compañeros, / que toquen y beban ron, / porque eso es lo que yo quiero. / ¡Ay caramba!'.
Babelia
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