Noventa obras resumen en el Kursaal una visión artística del mundo del olor

Los olores también se pueden ver si se convierten en fuente de inspiración artística. Ésta es la tesis de Esencias. Ikus Usaina, una exposición en la que reconocidos artistas nacionales e internacionales transforman a su gusto los aromas en colores, formas y texturas. La muestra, inaugurada ayer en la Sala Kubo del Kursaal de San Sebastián, reúne 90 piezas -65 pinturas, 21 esculturas y 4 fotografías- de creadores como Chillida, Tàpies, Barceló, Antonio Saura, Gordillo, Brossa, Casamada o Scully.

El origen de esta muestra, que permanecerá abierta al público hasta el 17 de febrero, se remonta a 1978. Ese año, el coleccionista de arte y creador de perfumes catalán Ernesto Ventós propuso a reconocidos artistas nacionales e internacionales que plasmaran en una obra las sensaciones olfativas. El reto era ambicioso. Debían 'comunicar además visualmente al espectador estas esencias inmateriales', según explica el propio Ventós.

La iniciativa, bien recibida por los artistas, llegó a buen puerto y el perfumista catalán se hizo con una colección consistente que ahora exhibe en San Sebastián. Cada una de las obras expuestas responde a la impresión que un determinado perfume o aroma ha generado sobre el artista. Las hay, por tanto, de lo más dispar.

Antoni Clavé recrea por ejemplo en el lienzo Paper arrugat, el olor de su estudio. Tàpies recuerda a su madre con una pintura en tonos naranja y rojo. 'Mi madre', explica en el texto que figura junto al cuadro, 'lo era todo para mí. (...) Incluso su olor parecía calmarme en los momentos de temor o excitación. Y todavía hoy, cuando huelo algún perfume que me recuerda al de ella, me invade de nuevo aquella sensación de beatitud que sus brazos y la calidez de estar en su regazo me producían'.

La exposición, un verdadero quién es quien del arte contemporáneo, descubre cómo interpreta Albert Rafols Casamada el olor de una taza de té de jazmín. O como Enric Pladevall condensa en una escultura el aroma del alba. Hay propuestas cuando menos, insuales, en este recorrido por la interpretación artística de los olores. Como la del esloveno Marsic Cveto, que recrea en el cuadro Vida nueva el olor de una cueva. 'El contacto y el penetrante olor del interior húmedo de Altamira me arrebató'. Lo expresa en un lienzo colorista en el que predomina el rojo. Explica Ventós al entrar en la sala, que este color sugiere pasión, amor, y se emplea en perfumería para caracterizar aromas sofisticados. El azul, continúa, denota dulzura, el verde simboliza la naturaleza, el romanticismo va ligado al blanco y el amarillo a la juventud.

Nagel utiliza fundamentalmente los grises azulados y el blanco para dar su toque humorístico al tema con la representación de una nariz gigante. 'Napias, naripa, narizota agileña, borbónica, aplastada o respingona, nuestro órgano de la olfacción, con o sin buen olfato nos maneja a su antojo', ironiza el pintor donostiarra.

Ventós ha querido con esta exposición, la primera colectiva de la Sala Kubo, comunicar 'la potencialidad del ser humano para plasmar todo aquello que percibe a través de los sentidos de forma artística'. Él regala a los visitantes el perfume de San Sebastián.