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Reportaje:

Emociones científicas

El Museo de la Ciencia de Barcelona cumple 20 años y se prepara para duplicar su tamaño actual

'Proveemos a la enseñanza formal de alimento no formal. Ofrecemos estímulos, dudas, interrogantes y emociones'. Ésta es la misión del Museo de la Ciencia de Barcelona, que cumple ya dos décadas, según su director, Jorge Wagensberg. El museo se prepara ahora a abandonar provisionalmente sus instalaciones al pie de la montaña del Tibidabo. El próximo mes de octubre sus actividades emigrarán al Palau Macaya -el contenido del museo se habrá trasladado ya a la sede de la Fundación La Caixa en Montjuïc- y a finales de 2003 volverá al mismo lugar que ahora ocupa, pero en unas nuevas instalaciones ampliadas hasta los 30.000 metros cuadrados.

Wagensberg no escondía ayer su orgullo por el éxito de un modelo que ha sabido mantenerse al margen de cierta tendencia a 'la juguetería' que despliegan algunas de las más recientes ofertas de este campo museístico. Las nuevas instalaciones, auguró, permitirán doblar la cifra de visitantes anuales, que ahora se sitúa en 400.000, y plantearse nuevos retos, especialmente en lo que respecta a la oferta para estudiantes de primaria y secundaria y para docentes, que son la mitad de sus visitantes.

'Los niños no vienen al museo a solucionar problemas, sino a salir con preguntas nuevas'

La importancia de este último curso antes de la reforma estriba en que la programación es, en realidad, un ensayo general de lo que será el museo del futuro. 'Estamos en un momento de gestación del nuevo museo', dijo el director, 'los programas son las pruebas de la nueva museografía'. A juicio de Blanca Moll, responsable de las actividades educativas, se trata de que la ciencia forme parte de la vida cotidiana de las personas, por lo que, más que el conocimiento científico teórico, la programación se basa en 'estimular el interés por la ciencia'. Los niños, añadió, 'no vienen al museo a solucionar problemas, sino que pretendemos que salgan con preguntas nuevas'. Para Wagensberg la visita al museo debe suponer un cambio de perspectiva: 'Nos interesa saber cómo y de qué se habla luego en casa y cuantos kilos de conversaciones hemos generado'.

Wagensberg, Moll y el resto del equipo se dedican a espiar las reacciones de los visitantes y sacan curiosas conclusiones, como la que relató ayer: 'Tenemos un tubo que contiene una serie de partículas de distintos tamaños suspendidas en un líquido. Si se agita, las particulas de mayor tamaño son las primeras en sedimentarse y las más pequeñas, las últimas, de modo que quedan bien definidos los distintos estratos. Justo al lado hay una roca que muestra precisamente este fenómeno de sedimentación. Normalmente, los niños se dedican a agitar una y otra vez el tubo, pero siempre hay uno que se da cuenta de la relación. Se nota enseguida por cómo le brillan los ojos. Y entonces llama a los demás niños para explicarles el descubrimiento. Sólo hace falta que en cada grupo haya unos pocos que se den cuenta para que funcione el invento'.

Wagemberg, sin embargo, rechaza que los escolares y sus maestros, pese a que suponen la mitad de la clientela, sean el único objetivo del museo. 'No queremos ser un museo para niños, aunque personalmente considero que de 12 años en adelante, los visitantes son museográficamente adultos'. Por ello, entre las actividades de este año destacan una serie de conversaciones en las que se contraponen expertos en distintas disciplinas para analizar un mismo tema desde ángulos contrapuestos. La primera, titulada La emoción y el conocimiento, reunió el pasado día 7 al profesor Pere Darder de la facultad de Educación de la UAB y al propio Jorge Wagensberg. Se anuncia otra titulada Familia a la carta con la demógrafa Anna Cabré y ginecólogo Santiago Dexeus y una tercera sobre Violencia en las aulas con Ignacio Morgado y Victoria Camps. En la misma línea, el año que viene se celebrará el seminario taller La observación de los seres vivos en la educación infantil y primaria, un tema del que el museo está especialmente orgulloso por cuanto la utilización de seres vivos en exposiciones es una de sus principales aportaciones.

Varios niños, ayer, en el Clic del Museo de la Ciencia de Barcelona.
Varios niños, ayer, en el Clic del Museo de la Ciencia de Barcelona.TEJEDERAS

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