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Cristina Branco | MÚSICA

'El fado tiene alas y no sé adónde va a parar'

Se puede hablar de un nuevo fado, aunque para mí se trata más bien de una interpretación muy personal, que tiene mucho que ver con el blues. Porque el fado es el blues portugués'. Cristina Branco nació hace 28 años, en Almeirim, región del Ribatejo, y creció alejada de Lisboa escuchando jazz en la casa de sus padres: Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Carmen McRae, Billie Holiday... 'Cuando estoy cantando sobre el escenario son nombres que están presentes. Por eso digo que es el fado de Cristina'.

El reconocimiento le ha llegado antes en Holanda y Francia que en Portugal. 'Eso es normal en mi país', dice riendo. 'Si un artista está bien considerado fuera entonces puede que también sea bueno para los portugueses'. ¿Quizá se deba a que son más conservadores con relación al fado? 'Cuando se editó Murmúrios, el segundo disco, los puristas dijeron que la niña cantaba muy bien, pero que aquello no era fado sino tan sólo música portuguesa. Después, el periódico Le Monde le dio un premio y entonces ya fui 'Cristina la mejor, la más grande, el fado nuevo...'.

Su primera actuación profesional se produjo en un club de Amsterdam. Era el año 1997. 'Yo estudiaba periodismo y un amigo de la televisión portuguesa me invitó a cantar en un programa. Alguien en Holanda me oyó y me contactó para saber si me gustaría dar dos conciertos allí. Pensé: '¡Qué bien!, voy a viajar'.

Luego hicieron un disco con las grabaciones y vendieron dos o tres mil copias en seis meses. Así que me llamaron de nuevo: 'Niña, esto es serio, ¿quieres hacer algo más oficial?'.

Su abuelo tiene mucha culpa de que Cristina Branco esté cantando fados. 'Al cumplir los 18 me regaló un disco de canciones inéditas de Amália Rodrigues. Y descubrí que el fado no era únicamente tragedia y tristeza. Era un disco que contenía poesía contemporánea con la música de un gran compositor que se llama Oulman. Ahí empezó todo para mí'.

'Todavía estoy descubriendo hasta dónde puede caminar el fado, que tiene alas, puede viajar, y no sé adónde va a parar'. Pero la sombra de Amália Rodrigues es alargada para quien empieza. 'Sobre todo ahora que se ha ido porque el mundo entero está buscando una nueva Amália. Y eso es imposible. Amália ha sido única, la bandera. Ella era un animal de escenario, nosotras somos personas'.

El guitarrista y productor Custódio Castelo cumple un papel fundamental en su trabajo. 'Es una continuación de mi voz. No hay Custódio sin Cristina, no hay Cristina sin Custódio'. Él pone música a los poemas que ella elige. 'La palabra es siempre lo más importante. Amo la poesía portuguesa. Cuando encuentro un poema que me gusta, que me parece que iría bien con una música, se lo doy a Custódio y él intenta escribirla. Y lo discutimos todo. No hay una referencia, por eso esta música es tan diferente'.

Para su quinto disco,

Corpo iluminado, ha querido un sonido más tradicional. 'Los instrumentos sí son los característicos del fado. Así es más provocador. Más que si la música fuese muy diferente del fado y los instrumentos también'. En el disco hay una canción brasileña, Aconteceu, de Péricles Cavalcanti, que ya grabó Adriana Calcanhoto. 'Una canción preciosa, la historia de un primer amor... Yo soy así. No canto para que los otros se enamoren de Cristina, canto porque amo algo, porque me gusta una canción, un poema, una melodía. No hago un disco sólo porque le pueda sonar bien a la gente...'.

'Siempre me recuerdo cantando. Desde pequeñita'. Cristina Branco cierra los ojos para abstraerse de los que la están escuchando: 'He descubierto que soy cantante nada más, que como mujer tengo que reír y llorar a través de la música'.

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