Las reflexiones coreográficas de Ramón Oller, en La Abadía

Pecado, pescado, espectáculo con el que el coreógrafo y bailarín Ramón Oller acude al Festival de Otoño de Madrid, permite ver bailar a este creador, algo difícil últimamente, ya que Oller continúa inmerso en su eclecticismo escénico explorando una gran diversidad de géneros que van desde el teatro a la ópera pasando por la zarzuela o el musical, y que le impiden, según él, trabajar como bailarín. En esta ocasión acude con su grupo Metros Companya de Dansa, formado en 1985 y con el que ha recibido numerosos galardones.

La obra, que permanece desde ayer y hasta el viernes 23 en el Teatro de La Abadía, gira en torno a un problema que preocupa especialmente a su creador: el relevo generacional. En este caso se produce a través de una pareja de edad avanzada y su reacción ante una pareja joven llena de alegría y vitalidad. 'Envejecemos a través de los otros, y los otros envejecen a través de nosotros', dice Oller.

El coreógrafo piensa que en España se necesita 'ya mismo' un cambio en el terreno de la danza: 'Sin perder el camino que se ha hecho, porque hay muy buenos coreógrafos, pero hay que dejar paso a los jóvenes y no preocuparnos los que somos de otra generación, porque la historia pondrá las cosas en su sitio', afirma. Como maestro de bailarines -es profesor de danza contemporánea del Instituto del Teatro de Barcelona- observa que la nueva generación de bailarines y coreógrafos busca otros referentes: 'No es que no nos respeten, simplemente les interesan cosas distintas a las que atraen a mi generación'.

Ramón Oller, considerado uno de los grandes de la danza en España, piensa que el futuro no tiene por qué estar en la fusión de géneros: 'Visualmente es bonito, pero el creador puede perderse en esa confusión, más que de estilos, de lenguajes', advierte.

Pecado, pescado. Teatro de La Abadía (Fernández de los Ríos, 42). Metro Quevedo. Hasta el día 23. Horarios y precios en cartelera.