Juego de identidades

Diez negritos

De Ágata Christie, en versión de Ricard Reguant. Intérpretes, Sara Mora, Lia Uyá, Paco Cecilio, Manuel Aguilar, Toni Valento... Iluminación, Alejandro Sánchez. Vestuario, Cornejo. Escenografía, José M. Ligero. Música, Chimo Ausín. Dirección, Ricard Reguant. Teatro Olympia. Valencia.

En esta célebre novela, que la propia escritora Ágata Christie adaptó para el teatro en los primeros cuarenta del siglo recién pasado, se cumplen como es natural con todos los requisitos de la marca de la casa, tanto en lo que tiene que ver con la brillante artificiosidad de la intriga, siempre al borde de lo inverosímil, como en el toque cosmopolita en la presentación de los personajes, un tanto a la manera del también inglés Williams Somerset Maugham, pero menos.

En fin, diez personas de la más diversa edad y condición son invitadas a pasar un fin de semana en una remota isla inglesa por un anfitrión al que, en el mejor de los casos, apenas si conocen vagamente, e irán siendo liquidadas casi una a una con una parsimonia muy inglesa y unas consecuencias de inquietud devastadoras para los cada vez menos numerosos supervivientes.

La intriga se centra en la identidad del asesino, pero antes tiene interés el repertorio que la supuesta voz del anfitrión ausente desgrana sobre los descuidos con resultado de muerte que cada uno ha cometido, de modo que la obra tiene también algo de sociología moral acerca de los inconvenientes de negligir una vida decorosa en todos sus aspectos.

El feroz moralismo de la Christie está algo menos acentuado en un montaje algo confuso, en el que Ricard Reguant, un auténtico todo terreno de la puesta en escena, no siempre sabe cómo situar a diez personajes a la vez en el exiguo recibidor de la mansión que los acoge y en el que, con todo, se mantiene el interés por la artimaña apenas entrevista de la preparación de las muertes que se van sucediendo, con el consabido juego de identidades falsas o dobles, motivos inconfesados y el peso de un pasado que vuelve.