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Reportaje:RUGBY | Gira de los campeones mundiales

Bienvenido, Mr. Wallaby

Lecciones del primer viaje a España de la gran selección australiana

Llegaron el lunes y se fueron el sábado con el tiempo justo para dejar sitio libre al Barcelona de fútbol en el céntrico hotel madrileño donde se alojaron. Y no pasaron de largo el jueves por el campo de la Ciudad Universitaria madrileña, como en 1952 los americanos del imaginario pueblo de Villar del Río en la inolvidable película de Luis García Berlanga, Bienvenido, Mr. Marshall. Pero su peripecia, casi medio siglo después, lo recordó. Los wallabies (canguros pequeños) australianos, el apodo con que se conoce a los dobles campeones del mundo de rugby, arrasaron el jueves a España, 92-10, y casi batieron todos los récords, incluido el de expectación. Firmaron autógrafos, regalaron camisetas y quedaron como señores ante sus humildes rivales, que sólo lograron migajas históricas, como empatar durante tres minutos (3-3) o lograr un ensayo cuando el marcador ya era 3-78 y con un jugador australiano expulsado por 10 minutos. La España que en tiempos profesionales y de mejoría notable en tantos deportes ha recortado espacios con la élite pese a desigualdades parecidas, no ha logrado en rugby despegar del modesto pasado. El cambio de Barcelona 92 le pilló en su galaxia universitaria amateur y ahí sigue. La disculpa de los números con gigantes como Australia es real, pero no exime de la responsabilidad federativa y oficial de que el rugby no se haya modernizado más en España. Cada vez que se enfrenta la selección a una potencia se repite la historia. 'A ver si se nos pega algo', se dice, pero se pega poco y se encaja mucho. Así se sufrió antes del Mundial de 1995 un 54-0 ante Gales o ya en el Mundial de 1999 un 48-3 ante Suráfrica y un 47-0 frente a Escocia. Lo peor, el récord, un 92-0, ante Francia, pero en 1979, año en que aún era malo casi todo el deporte español.

Por eso no puede asombrar que el rugby (deporte cuyos Mundiales son los de más peso específico tras los de fútbol y atletismo) sea en Australia el deporte nacional y que se televisen todos los partidos de la selección en abierto (también el de España) porque son de 'interés general'. O que sus viajes sean una exhibición de orden. Federaciones españolas de otros deportes que sí se subieron al tren de Barcelona 92 no se asombran, aunque no se acerquen a su perfección . Es cuestión de que haya entidad detrás. Mientras no se cambien las estructuras aficionadas será imposible, porque el rugby moviliza más gente que otros deportes de equipo y es más caro. Australia ha traído esta vez 31 jugadores y 15 técnicos (entre ellos un médico, dos fisioterapeutas y un masajista-oesteópata). Los necesita por los posibles lesionados en su dura gira actual. Ayer ganó otro fácil partido, 52-27, a la Universidad de Oxford, pero le queda lo serio: Inglaterra (día 10, Londres), Francia (17, Marsella), Gales y Barbarians (25 y 28, Cardiff).

Dos personas preparan sus llegadas días antes. Y aparte de la vigilancia especial esta vez por la situación mundial, se cuidan desde las camas para hombres de hasta 2,03 metros y 119 kilos, a las comidas, porque los wallabies hacen seis al día, cuatro fuertes y dos tentempiés.

'Decidimos jugar en España dentro de nuestra gira europea, porque creemos que una de nuestras obligaciones es ayudar al desarrollo del rugby en el mundo', dijo el seleccionador, Eddie Jones, dos días antes de que su equipo diera a España la mayor paliza conseguida por Australia en su ya larga historia de 400 partidos internacionales. Inglaterra, gran potencia y fundadora, tenía el raro deshonor de haber encajado un 76-0 ante sus aventajados alumnos del sur un infausto día de 1998 en Brisbane. Ese mismo año, el previo a su segundo título mundial en 1999, los wallabies también ganaron a Tonga, por 74-0. Pero los de la metrópoli (que buscarán ahora una revancha, aunque mínima) son ya segundos y los tonganos terceros. España es líder. Tras el encuentro del jueves, Jones, sorprendido por el derroche español durante su cuarto de hora de gloria con el ensayo de la segunda parte, repitió la frase como Mr. Wallaby: 'Australia tiene un compromiso con la difusión del rugby en el mundo y creo que este partido va a servir para su expansión en España'. En fin.

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