El líder va sobrado
Al Deportivo le bastan 45 minutos para golear a un Osasuna que empezó marcando
Antes de que en Chamartín atronasen las fanfarrias para anunciar el comienzo de El Partido, la gente de A Coruña se fue a tomar un aperitivo a Riazor. Y lo que iba a ser un simple vermú con aceitunas se convirtió en una comilona con todas las de la ley. Frente a un rival que creyó ingenuamente que podría derrotarle jugando al fútbol, el Deportivo empezó con ciertos sufrimientos y acabó dándose todo un festín. Un buen modo de recordar que, aunque otros se lleven la atención del país, el timón de la Liga sigue en la periferia.
Toda apariencia resulta engañosa en Osasuna. En la plantilla de Lotina los niños no encontrarán ni un solo nombre sonoro para incorporar a su equipo de videoconsola. Hasta la semana pasada, cuando le endosó cuatro castañazos al alicaído Mallorca, Osasuna había conseguido once puntos con sólo cinco goles. Bastarían estos datos para sacar conclusiones inmediatas: estamos ante un equipo que maneja un cóctel de sudor, cerrojo y patada a seguir. Pero Osasuna ofreció en Riazor una imagen exactamente opuesta a la que podía esperarse. Tan engañoso resultó su desempeño ante el líder que Osasuna se marchó al descanso vapuleado en el marcador tras haber superado al Deportivo en varios momentos del choque.
DEPORTIVO 5| OSASUNA 1
Deportivo: Molina; Scaloni, Donato, Helder, Romero; Sergio (Mauro Silva, m. 79), Duscher; Víctor, Valerón (Djalminha, m. 60), Amavisca; y Tristán (Makaay, m. 54). Osasuna: Unzúe; Mateo, Cruchaga, Contreras, Yanguas; Alfredo (Pérez, m. 69), Puñal, Gancedo; Rivero (Lekumberri, m. 46), Rosado (Montenegro, m. 71); y Aloisi. Goles: 0-1. M. 10. Aloisi, tras una pared con Gancedo en la izquierda del área. 1-1. M. 18. Amavisca roba una pelota, abre en diagonal para Tristán, quien salva a un defensa y ante la salida de Unzúe le cuela el balón por entre las piernas. 2-1. M. 26. Centro muy largo de Víctor desde la derecha, controla Tristán en el punto de penalti y marca a media altura. 3-1. M. 37. Falta al borde del área, que se saca en corto hacia Donato y marca con un balón colocado junto al palo. 4-1. M. 39. Contragolpe que culmina Amavisca a pase de Tristán. 5-1. M. 66. Makaay, a pase de Sergio. Árbitro: Megía. Amarilla a Rivero y Rosado. Unos 25.000 espectadores en Riazor.
Osasuna es lo que se entiende un equipo en el sentido más estricto del término: un grupo con una idea clara a la que todos contribuyen según sus capacidades. Lotina ha armado un colectivo consciente de sus limitaciones, aunque adherido a esa buena causa futbolística que impone el respeto a la pelota, un juguete que se cuida con mimo y no se golpea al tuntún. El cuadro navarro salió en Riazor dispuesto a discutirle el balón al Deportivo y toque a toque empezó a meterle en serios problemas. Tan serios, que a los diez minutos los de Lotina ya estaban por delante con un gol que fue además toda una declaración de intenciones: una pared de frente al área que dejó a Aloisi pista libre para ultimar a Molina.
Al Depor le costó un rato digerir el contratiempo, porque además Osasuna se replegó con la misma eficacia con que antes se había estirado y cegó los caminos al área. Pero como ayer el mundo parecía al revés en Riazor, el cuadro de Irureta acabó saliendo del atolladero del modo menos previsible. Ya que Osasuna, aunque más precavido, persistía en su propósito de manejar la pelota, el Depor tiró de contragolpe y, entonces sí, fulminó a su rival. El primer gol fue un anuncio del huracán que esperaba a los de Lotina hasta el descanso. Amavisca robó un balón en los tres cuartos del campo, adelantó a Tristán, quien con un movimiento se deshizo del defensa y luego ejecutó con frío instinto a Unzúe colándole el balón entre las piernas.
El Deportivo había descubierto el remedio y perseveró en él con resultados espectaculares. Poco después, Víctor volvió a arrancar desde atrás, corrió la banda al estilo de los viejos extremos, resistiendo incluso el agarrón de Yanguas, y su centro cayó a pies de Tristán, que sólo tuvo que apretar el gatillo. Tanta adversidad demolió el ánimo de Osasuna y permitió que el Deportivo se diese a la juerga. Pronto llegó el tercero, abonable a la cuenta de Donato (exquisito su toque para colocar el balón junto al palo) y del laboratorio de Irureta, que preparó la jugada de pizarra con que se resolvió una falta junto al borde del área. Antes del descanso todavía llegaría el cuarto, obra del renacido Amavisca.
El partido quedó agotado. La segunda parte sirvió para calmar las ansias de los suplentes a la fuerza (Djalminha y Makaay) y para que los dos equipos se dedicasen a jugar al fútbol sin mayores preocupaciones. El Depor redondeó la goleada y Osasuna, que nunca renunció a su idea, volvió a merecer algo más. La grada se dio a la celebración y todo el mundo pudo irse tranquilo a ver El Partido con la satisfacción de que el maillot amarillo de la Liga sigue en A Coruña.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.