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Reportaje:

Sin noticias micológicas

Los buscadores de setas vuelven de vacío a causa de la sequía y las altas temperaturas

Mar Padilla

'Nada', dice Joan mientras amontona la paja para sus animales. 'Hace dos días fui donde siempre recojo puñados de setas con los ojos cerrados, y encontré ¡cuatro!'. Joan vive en la sierra Litoral, cerca de Llinars del Vallès. Es un experto cazador. De setas.

Un inmenso prado evidencia que es noviembre, pero el paisaje es verde. Cientos de bicicletas surcan los caminos de montaña, pero encuentran calor, moscas y caracoles vacíos.

'No hay setas porque ha llovido muy poco, y el agua no ha traspasado ni la pinaza', dice Joan, mientras contempla la leña acumulada a la puerta de su casa y el verde de la montaña. Nada de color de vinagre y oro viejo, violáceo y amarillo. Ni rastro de humedad azul y espesa o perfume incitante y corrompido del que habla Josep Pla al describir el otoño.

Y es que en el Empordà tampoco hay rastro de setas. 'Nosotros, como estamos tocats del bolet, también hemos salido este fin de semana a cazar setas, pero no hemos encontrado nada', dice Miguel Ángel, de la Asociación Micológica Joaquim Codina, en Girona. 'Está todo seco y nos hemos vuelto de vacío'. Tal es su afición, que su segundo hijo, de cuatro años, se llama Oriol, que es el nombre que recibe l'ou de reig en la comarca. 'La búsqueda de setas aumenta cada año, y es paralela al auge de su consumo', afirma Miguel Ángel, que ha surcado todos los bosques de la zona desde que tiene uso de razón.

'Lo que pasa es que la gente es a veces muy descuidada, y no recuerda que la mayoría de bosques catalanes tienen propietario con nombre y apellido', prosigue. Sabe que Medio Ambiente medita la posibilidad de imponer un canon de paso en los bosques, pero desconfía: 'Sería una normativa antipopular y podría estallar una revolución', ríe. La vida de todos sus antepasados ha transcurrido entre montañas. 'Lo que debería regularse es el comercio de la seta', agrega, 'porque a veces se venden en mal estado o sucias, y no hay control de precios ni de calidad o sanidad.Yo he visto vender en mercados setas que no son comestibles', asegura Miguel Ángel.

Llorenç Petras tiene en el mercado de la Boqueria de Barcelona una estupenda parada de frutos del bosque: setas de todas clases, hierbas aromáticas, caracoles y algo de caza. 'La seta se rige por la ley más antigua, la de la oferta y la demanda', dice Petras; 'el precio no lo fija nadie, depende sobre todo del buscador y del comprador'. 'Lo que está claro es que cada año se vende un 10% más de rovellons que el año anterior, y la venta del cep o la llànega aumenta hasta un 30%', afirma. En la tienda de Petras hay una especialidad que triunfa: un combinado de setas de varias clases, que incluye fredolics, peus de rata, talls de cep, camagrocs, ideal para salteados o guisos de carne. Petras, además, ha publicado un libro, La millor cuina dels bolets (Edicions 62), del que ya ha vendido 12.600 ejemplares. Ahora mismo, en el mercado, hay varias personas que esperan para comentarle un par de recetas. '¿Tiene para mucho?', inquiere una clienta mirando severa a los ojos del dueño. 'Pues sí', responde imperturbable Petras. A sus 50 años, lleva 25 bregando con los compradores más variopintos de la ciudad.

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En el mercado

Todo el mercado está hasta arriba de rovellons -a unas 1.500 pesetas el kilo-, pero también hay ceps, moixernons, rossinyols, trompetes y gírgoles. Setas que huelen a fruta, a pimienta, a cacao, a anís o a tierra mojada, que saben dulces, amargas, picantes o a hierba. Setas con texturas duras, fibrosas, elásticas o esponjosas. De aquí y de allá.

En este mundo, hay que ir a lo que da más rendimiento', dice Josep, desde el Maresme. Su padre, allá por la década de 1950, fue de los primeros en España que cultivó el champiñón, 'una rareza entonces'. Después, cuando empezó la fuerte competencia, su familia se pasó en 1980 a la cría de la gírgola, entonces bastante exótica también. Ahora, Josep y los suyos se han decantado por el sitake, una seta chino-japonesa. 'La fórmula es secreta', afirma Josep, porque el negocio va a más, y hay que defenderse de la competencia'. Fructíferos tiempos de setas, aunque la montaña esté seca.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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