El espíritu de la experimentación
Los últimos años de la década de los sesenta, lo mismo que los primeros de la de los setenta, se han caracterizado por una ferviente experimentación que permitió efectuar unos giros radicales en el decurso del arte. En aquellos años de la 'década prodigiosa' se produjo un vuelco en las concepciones de la figuración, desde el pop art y el nuevo realismo en el mundo de las formas abstractas, abandonando la gestualidad expresionista a favor del minimalismo, y se contestó al arte matérico con el arte povera y las corrientes conceptuales. Los métodos analíticos de los que se sirve la crítica y la historiografía nos presentan estos acontecimientos artísticos como capítulos separados e incluso como 'estilos' enfrentados, sin embargo, figuras como Pino Pascali (Bari, 1935-Roma, 1968) nos demuestran cómo, en general, estos acontecimientos se vivieron como fenómenos complejos e indiferenciados.
PINO PASCALI
Diversos medios Palacio de Velázquez Parque de El Retiro. Madrid Hasta el 7 de enero de 2002
La actual exposición retrospectiva de Pascali se puede enclavar en ese conjunto de revisiones que deben ayudar a reescribir esa historia del arte del siglo XX que se originó tan apresurada como perversamente desde el despacho del director del MOMA, dejando premeditadamente fuera a aquellos artistas de los que las instituciones norteamericanas no poseían obra o que resultaban incómodos de clasificar en sus esquemas analíticos. Éste es claramente el caso de Pino Pascali, un artista italiano de escasa producción, dado su prematuro fallecimiento en 1968 cuando iniciaba el gran salto, y con una obra que ensaya y experimenta con diferentes posibilidades estilísticas propias del momento en que le tocó vivir.
Es, precisamente, ese carácter de experimentación sin frenos el que provoca la incomodidad clasificadora de su trabajo, al encontrarnos a la vez con piezas de formas simples, tersas y blancas, telas tensadas sobre bastidores de contornos curvos que, partiendo de los presupuestos de Lucio Fontana, anuncian el minimalismo, obras que han sido realizadas a la par que unos realistas cañones construidos con objetos desechables en los que se dan la mano el, entonces incipiente, arte povera italiano con la ironía del pop art americano, mientras que, a la vez, realiza propuestas en las que intervienen acciones (happening), textos e imágenes fotográficas que aluden a la desmaterialización del arte, propia del conceptualismo.
Esta mezcla de estilos
(¿se puede hablar realmente de estilos en estos años?) refleja mejor que la obra de los artistas canónicos que respondieron al dictado de las necesidades comerciales de las galerías, el espíritu convulso, experimental, inquieto e iconoclasta de una época que alcanzará su punto álgido el mismo año de la desafortunada muerte de Pino Pascali, en los no menos desafortunados acontecimientos del Mayo francés que acabaron con la utopía de un mundo sin complejos ni prejuicios en el que cabía la diversidad y la heterotopía categorial.
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