La impuntualidad pierde al Celta
El cuadro de Víctor Fernández reacciona tarde y sólo consigue un empate frente al Valladolid
El Celta llegó tarde a su cita con el Valladolid, en la que se ventilaba la posibilidad de arrebatarle el liderato al Deportivo. Pero su íntimo enemigo sigue al frente de la tabla porque sólo cuando se vieron por detrás en el marcador encontraron los celestes la forma de abordar el trabajo. Si la impuntualidad le restó minutos a la faena, la falta de puntería hizo el resto. La tenacidad de Mostovoi permitió en la prolongación salvar un punto y conservar al menos la condición de invicto.
El partido tuvo dos partes desiguales. En ninguna de las dos apareció el equipo deslumbrante de otras jornadas, pero al menos en la que dio comienzo a la hora de partido, un rato después de que se adelantara el Valladolid, consiguió levantar a los aficionados de sus asientos y comprobar los reflejos de un gran portero. Ricardo, que hasta entonces había contemplado la pelota desde lejos, se dedicó a sacar la mano en la sucesión de remates célticos.
CELTA 1| VALLADOLID 1
Celta: Cavallero; Velasco, Cáceres, Berizzo, Silvinho; Karpin, Giovanella; Edu (Jesuli, m. 70), Mostovoi, Gustavo López (Maurice, m. 61); y Catanha. Valladolid: Ricardo; Torres Gómez, Richetti, Peña, Tena, Marcos; Jesús (Chema, m. 73), Eusebio (Caminero, m. 46), Óscar; Tote y Cuauhtemoc Blanco (Luis García, m. 80). Goles: 0-1. M. 49. Tote aprovecha llegando desde atrás un rechace de Cáceres. 1-1. M. 89. Falta que saca Cavallero en largo, el balón bota en el área y Mostovoi cabecea en el área pequeña. Árbitro: Ramírez. Mostró tarjeta amarilla a Berizzo, Caminero, Cáceres, Richetti y Peña. 23.000 espectadores en Balaídos.
Desde el principio se encontró el Celta con más problemas de los habituales para entrar en el área. Tocó mucho de un lado para otro, pero los cinco defensas que alineó Moré delante del área requerían un plus de ingenio entre líneas del que careció el Celta, con Gustavo López y Mostovoi físicamente castigados.
Sería falso concluir de su poblada defensa que el Valladolid se limitó a abrir el paraguas. Ya que no podía irse hacia arriba con mucha gente, aguantó la pelota y buscó la sorpresa en ataque. La rapidez con que combinaron Blanco y Tote obligó a los centrales del Celta a vivir el partido al filo de la navaja.
El gol del Valladolid puso de manifiesto cuánta dinamita hay en sus filas. No necesita arriba una población desmesurada si el balón llega al área con claridad.
Los minutos que siguieron al gol sirvieron para que el equipo de Víctor Fernández recapacitase sobre la oportunidad que se le escapaba. No es que desapareciera el desorden táctico que la presencia de Karpin en el medio centro sembró, pero al menos le imprimió cierta épica a los minutos finales, acrecentada por las ocasiones increíblemente desperdiciadas. Balaídos vivió momentos de ésos en que los laterales se enganchan a la línea de fondo y el central acaba de delantero centro para cazar al vuelo cualquier desperdicio. Se dirá que es el recurso del desesperado, pero arrimar jugadores en el área le dio resultado al Celta.
Había que buscar el fútbol directo, y nada más directo que rematar un pase del portero: Cavallero se adelantó para patear una falta y el balón llegó a Mostovoi cuando bajaba después de pegar un bote. Si el partido del ruso no fue deslumbrante, su empeño resultó encomiable: le ganó la posición a Ricardo y empujó la pelota con la cabeza al fondo de la red. Toda una demostración de que cuando la calidad desaparece la contundencia puede ocupar su sitio.
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