Una comedia replicante
La rica imaginería replicante de Blade Runner parece inspirar a Ernesto Caballero una comedia de ida y vuelta y de implicaciones algo, aunque poco, mayores que las limitadas a despertar la risa a cuenta de las relaciones de pareja. La historia es de una simpleza casi insultante: un misógino de buen ver encarga a una amiga científica la creación de una androide a su medida, que aún así no siempre se ajusta a sus deseos, de manera que la replicante escapa de casa tras una pelea y la científica la sustituye provisionalmente por una ayudante de laboratorio que fue el modelo físico de la androide en fuga, de la que, como es lógico se enamorará el misógino. Algo que podrá haber hecho perfectamente Alfonso Paso de estar más interesado en Julio Verne.
Te quiero, muñeca
De Ernesto Caballero. Intérpretes, Maribel Verdú, Luis Merlo, Santiago Nogués, Marisa Pino, Aurora Sánchez. Iluminación, Miguel Angel Camacho. Vestuario, Patricia Hitos. Escenografía, Gerardo Trotti. Dirección, Ernesto Caballero. Teatro Olympia. Valencia.
Hay gracia en algunas réplicas, muy celebradas por el público, y desenfado en el manido tema del machismo, que es de lo que va realmente el asunto más que de un Pigmalión de segunda o tercera generación, y el resultado es algo menos robótico de lo que cabía esperar cuando lo comercial es más que una consecuencia un objetivo primordial. Maribel Verdú está igual de convincente como la Nora (en posible referencia oblicua a Ibsen) replicante que como la Eva real que se enamora, Luis Merlo está muy seguro en su papel, aunque se le va el tonillo de voz en los finales de frase, un tanto a lo Manuel de Blas, y poco falta para que Aurora Sánchez, que hace de la graciosa de comedia en el papel de la vecina, se trague de un soplo a los protagonistas. La dirección de Ernesto Caballero no estorba a las intenciones de su propio texto.
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