Las lluvias acumuladas desde septiembre doblan los registros habituales en otoño
Los pantanos andaluces garantizan agua para dos años, salvo en la cuenca del Sur
En menos de un año, el agua embalsada ha pasado de rozar el umbral de sequía a rozar los niveles alcanzados en el último periodo húmedo que se registró en la región, entre 1996 y 1998. Si a finales de octubre de 2000, el agua de los pantanos andaluces apenas superaban, de media, el 35% de su capacidad total, ahora se sitúan con holgura sobre el 60%, lo que garantiza el abastecimiento durante los dos próximos años en todas las cuencas, salvo la del Sur (litoral mediterráneo). Además, septiembre y octubre, los dos primeros meses de este año hidrológico han traído más lluvia: el doble de lo que es habitual en el arranque del otoño.
Los datos del Instituto Nacional de Meteorología demuestran que, sobre todo a partir de la tercera semana de septiembre, el régimen de lluvias ha sido más intenso de lo habitual. Desde el 1 de septiembre hasta el 23 de octubre, se recogieron en las ocho capitales andaluzas, de media, 112,9 litros por metro cuadrado, mientras que el promedio histórico para idéntico periodo se sitúa en 58,5 litros por metro cuadrado. La acumulación de precipitaciones ha sido mayor en el valle del Guadalquivir, el litoral onubense y Málaga, mientras que la costa gaditana y Almería tienen valores más cercanos a las medias históricas.
Las lluvias de este otoño apuntalan la posibilidad de abrir un nuevo ciclo húmedo, frente a la escasez de precipitaciones que caracterizó a los años hidrológicos (de septiembre a septiembre) 1998-1999 y 1999-2000. En este último periodo tan sólo se acumularon, de media, 424 litros por metro cuadrado, muy por debajo del año promedio (513 litros por metro cuadrado).
La sucesión de dos años secos puso al sistema de abastecimiento al borde del colapso y tiró por la borda los recursos hídricos acumulados en el anterior ciclo húmedo, en el que el agua de los pantanos andaluces llegó a superar en los meses de invierno de 1997 el 70% de su capacidad total.
En noviembre del año pasado, las presas andaluzas-e apenas llegaban a un tercio de su capacidad máxima, una situación de pre-sequía: las confederaciones hidrográficas estudiaban reducir a su mínima expresión las dotaciones para riego e incluso el Ayuntamiento de Sevilla anunció la aprobación un decreto de sequía, con medidas que buscaban garantizar el abastecimiento urbano frene a otros usos agrarios, industriales o eléctricos. Pero el pasado invierno fue pródigo en lluvias y las alarmas dejaron de sonar.
El cómputo final del último año hidrológico andaluz (hasta el pasado 1 de septiembre) fue positivo aunque alejado de los registros nacionales: según el Instituto Nacional de Meteorología, el año hidrológico español fue el tercero más húmedo desde 1947, con valores pluviométricos que superaron en un 25% los históricos, sobre todo en la vertiente atlántica. En la región, las precipitaciones acumuladas estuvieron muy cercanas a los valores medios (508, 6 litros por metro cuadrado frente a 513,1), pero bastaron para devolver a los pantanos a niveles saludables. Las lluvias se concentraron en invierno y principio de primavera, la época en la que la tasa de evaporación es menor y la recarga de manantiales es óptima.
Riego asegurado
Con las lluvias caídas desde septiembre y el agua acumulada el último año hidrológico, el nivel medio de los embalses andaluces puede rozar el 70% de su capacidad, un registro muy similar al de 1997. Estos recursos permitirán una dotación de riego óptima para, al menos, la próxima campaña agraria y garantizan el abastecimiento urbano durante dos años. La excepción a esta situación de bonanza se sitúa en Almería. Ni las precipitaciones del año pasado (188 litros por metro cuadrado, por debajo del promedio histórico) ni las de estos dos meses (40,3 litros) han servido para paliar la escasez de lluvias caídas entre 1998 y 2000.
Las dos únicas presas almerienses están bajo mínimos. El pantano de Benínar tan sólo alberga 13 hectómetros cúbicos (un 18% de su capacidad) y la presa de Cuevas de Almanzora está casi seca: almacena 7 hectómetros cuando está ideada para 168. La situación en esta provincia es particularmente grave, ya que sus explotaciones de regadío, los más rentables de la región, ante la falta de recursos hídricos, se nutren de aguas subterráneas. Y en la mayor parte de los acuíferos (la alternativa natural para épocas de sequía) del litoral mediterráneo, las reservas descienden año a año y el nivel de contaminación por el uso de fertilizantes e insecticidas también aumenta.
El Plan Hidrológico Nacional prevé que el trasvase del Ebro al litoral mediterráneo aporte 90 hectómetros cúbicos a los campos almerienses. Pero la obra no estará finalizada hasta dentro de 15 años. Y aún después, el déficit hídrico, según estimaciones de la Junta, se mantendrá en 75 hectómetros cúbicos anuales. Actualmente, el déficit hídrico almeriense se sitúa en 319 hectómetros cúbicos y el Gobierno andaluz ha propuesto obras de desalación para aportar 167 hectómetros cúbicos hasta que se construya el trasvase.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.