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La prueba del algodón

El Madrid, que no ha ganado fuera de casa, acude a Vitoria sin Zidane y Roberto Carlos

Santiago Segurola

Hay momentos que sirven para medir la capacidad de respuesta de los equipos a una crisis. El Madrid está frente a uno de ellos. Pasó sin demasiados problemas el examen con el Athletic y superó el trámite de Copa en Fuerteventura. Pero todavía no hay veredicto sobre su estado real. No ha ganado ninguno de sus partido de Liga fuera del Bernabéu, déficit que le tiene contra las cuerdas en el campeonato. Otro estacazo le devolvería a una situación crítica, difícil de sobrellevar en un club acostumbrado a las urgencias y que ahora tiene abiertos algunos flancos delicados. Savio se queja y lo mismo ocurre con César. Todo eso en vísperas del partido con el Alavés (21.30 horas, Autonómicas y La 2) en Mendizorroza, campo exigente donde el equipo de Mané no hace concesiones. El encuentro se puede interpretar como una prueba decisiva para el Madrid, que no podrá contar con Roberto Carlos y Zidane.

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Un empate psicológico

La herida de Roberto Carlos en el tobillo todavía no está curada, informa Susana Moreno, y Zidane padece una gastroenteritis. Son dos bajas sustanciales. Roberto Carlos, de cuya trascendencia en el equipo no hay duda, se encuentra sin un recambio natural. Solari tiene alergia al puesto de lateral y Karanka se siente incómodo. Ninguno de los dos son especialistas, de ahí que Del Bosque vuelva a recurrir a Raúl Bravo, obligado a un difícil aprendizaje. Algo de eso debe funcionar en la cabeza de Mané, que sacará a Astudillo de su posición en el eje del Alavés para trasladarle a la derecha, presumiblemente con la intención de sacar ventaja de la inexperiencia del joven lateral del Madrid.

Sin Zidane y Roberto Carlos, se verá el peso de Raúl y Figo en el equipo y la respuesta de los actores secundarios, que hasta el momento han fracasado. Nadie entre los suplentes ha dado un paso adelante en los jornadas anteriores, lo que ha abundado en el desequilibrio del Madrid. Ya no se trata de un cuestión de dibujo o de preponderancia del ataque sobre la defensa, sino de una descompensación en las responsabilidades. O las han tomado las estrellas, o no las ha tomado nadie. Y entre las lesiones y los viajes de Roberto Carlos, Zidane y Figo para jugar con sus selecciones, las últimas jornadas han servido para medir a los actores de reparto. Con escaso éxito, a la vista del juego y de los resultados.

En Mendizorroza se observará al Madrid en una situación complicada en todos los aspectos: mal colocado en la clasificación, con tres derrotas fuera de Chamartín, golpeado con ocho goles en sus visitas a Mestalla, Villamarín y El Insular, con dos prestigiosos lesionados y con una mala respuesta a los momentos difíciles. No son los mejores precedentes para enfrentarse a un equipo que siempre ha tenido la habilidad de explotar las carencias de sus rivales. En eso, el Alavés se las ingenia como pocos. Se trata del típico equipo estable, conocedor de sus cualidades y de sus limitaciones, acostumbrado a manejarse con resultados cortos, que es precisamente lo que altera al Madrid. Hasta el momento, todas las victorias madridistas se han producido con más de dos goles de diferencia. Y nunca ha logrado recuperarse en situaciones de desventaja en el marcador. Se puede hablar, por tanto, de un equipo demasiado permeable a las dificultades, con poca entereza para superarlas, equipo de extremos que ha jugado mejor que nadie con el viento favorable y se ha estrellado en la adversidad. Con estos antecedentes, el partido de Mendizorroza se presume apasionante.

Alavés: Herrera; Geli, Coloccini, Karmona, Llorens; Astudillo, Turiel, Pablo, Jordi Cruyff; Magno e Iván Alonso.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Karanka, Raúl Bravo; Figo, Makelele, Celades, McManaman; Raúl y Guti.

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