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FIN DEL DEBATE DE POLÍTICA GENERAL

El PP recompone su pacto con CiU por orden de la dirección nacional

Populares y convergentes rechazan la reprobación planteada por la izquierda

El debate de política general del Parlament tuvo final feliz para la alianza PP-CiU. La intervención de la dirección popular desde la madrileña calle de Génova hizo que los conservadores catalanes dieran por concluido el enfado de la noche del miércoles. El conflicto lo originaron los guiños de Jordi Pujol a ERC. CiU se apoyó ayer en las muletas que le brindaron ERC y el PP. Pero una era más consistente que la otra: los populares salvaron al Gobierno de Jordi Pujol de 11 reprobaciones que la izquierda (PSC, ERC e IC-V) presentó al término del debate. El conseller en cap, Artur Mas, se encargó de recordar: 'La hora de la verdad son las votaciones, más allá de los discursos, porque las reprobaciones han sido rechazadas'.

Josep Lluís Carod, líder de ERC, propuso anteayer a Pujol cambiar de bando, dejar la trinchera del PP y regresar al terreno del catalanismo que hunde sus raíces en el antifranquismo y que encarnan PSC, ERC e IC-V y la propia CiU. El presidente catalán no quiso cerrar esta puerta con suficiente fuerza, y los populares, encabezados por su presidente, Alberto Fernández, montaron en cólera.

Pero, pasada la noche, todo acabó. Por indicación de la dirección del partido, el enfado concluyó, a lo que contribuyó que los populares tuvieran conocimiento de que los partidos de la izquierda habían presentado conjuntamente varias mociones de reprobación al Gobierno de Jordi Pujol, lo que invalidaba un acercamiento entre CiU y ERC. La portavoz parlamentaria del PP, Dolors Nadal, no pudo ser más clara ayer desde la tribuna: 'Mientras que Esquerra Republicana ayer les ofrecía estabilidad, hoy les presenta dos mociones de reprobación'. ERC las presentó y votó otras nueve junto con el resto de los partidos de izquierda, socialistas e Iniciativa-Verds.

Los conservadores cumplieron a rajatabla las indicaciones de la calle de Génova, pero no se frenaron a la hora de expresar su enfado. Nada más subir al estrado, Dolors Nadal recordó a Pujol que es presidente gracias a los 12 votos del PP. Y a continuación le espetó: 'Ayer me dijo que la estabilidad no es el bien supremo y que no se puede sacrificar todo. Lo mismo le digo a usted'.

Estas advertencias dialécticas no tuvieron después su expresión en las votaciones. Si durante esta mitad de legislatura el PP, recordaba ayer Nadal, ha apoyado a CiU en el 92% de las votaciones, ayer no podía romperse la tradicicón. Populares y convergentes sumaron sus votos y ni una sola de las propuestas presentadas por el PSC y apoyadas por Esquerra e Iniciativa-Verds superó el listón de la mayoría absoluta. La izquierda quiso reprobar la gestión del Gobierno de Pujol en diversos frentes, pero el resultado fue, invariablemente, de 67 votos a favor y 68 en contra.

CiU y el PP se apoyaron mutuamente para trazar las líneas generales de la política gubernamental en materia social y económica, y CiU sumó los votos de ERC para pedir un incremento del techo competencial de la Generalitat y denunciar la actitud antiautonomista del Gobierno central. Eso sí, sin tocar el Estatuto.

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Cambio de alianzas

La situación vivida esta semana en el Parlament es un anticipo del agitado final de legislatura que aguarda. Los convergentes empiezan a replantearse su pacto con el PP, sobre todo por las últimas decisiones del Gobierno de José María Aznar. Hace unos meses, el enfado de los nacionalistas de Pujol llegó por las matrículas y por la ley de horarios comerciales. Ahora, por la ley de estabilidad presupuestaria y la marginación de CiU de la renovación del Tribunal Constitucional. En medio, una aparcada pero amenazante ley de cooperación autonómica, otra de universidades y una tercera de formación profesional.

En medio de tan tormentosa situación empiezan a alzarse dentro de la coalición las voces -más fuertes entre el sector más soberanista de Convergència- que reclaman la ruptura con el PP en Cataluña de continuar estas acometidas antiautonómicas. Pero ni Pujol ni Artur Mas tienen prisa. Van a tomarse su tiempo. El conseller en cap así lo aseguró ayer al finalizar el debate parlamentario: 'Es muy prematuro dar una respuesta en estos momentos'. Hace unas semanas, Convergència i Unió apostaba por negociar los presupuestos de 2002 con el PP. Ahora, dice querer negociarlos con Esquerra.

CiU quiere jugar a dos bandas. El conseller en cap, Artur Mas, transmitió ayer una calculada ambigüedad. Mantuvo las puertas abiertas al PP y a ERC como si fuera posible contar al mismo tiempo con el apoyo de ambos. 'Sin los acuerdos de colaboración con el Gobierno [central] no hubiera sido posible el pacto de financiación, así como las importantes infraestructuras de estos últimos cinco, seis o siete años pactadas con los gobiernos y en especial con el PP', argumentó para defender la alianza con el PP.

La negociación de los presupuestos evidenciará hasta qué punto los nacionalistas de Jordi Pujol se toman en serio la oferta lanzada por Esquerra Republicana. 'La hemos de meditar, ver los pros y los contras de una decisión que, si bien no tenemos prisa en responder, evaluamos positivamente porque abre horizontes interesantes', declaró Mas. Esta oferta consiste en sustituir la mayoría parlamentaria CiU-PP por otra formada por los cuatro partidos de signo catalanista: CiU, el PSC, ERC e IC-Verds.

Fuentes de CiU apuntaron que la dirección no se plantea por ahora, sin embargo, una ruptura drástica con el Partido Popular, sino un acercamiento paulatino hacia Esquerra que podría concretarse en la aprobación de un paquete de leyes como la de urbanismo o la de la Corporación Catalana de Radio y Televisión, más allá de las periódicas reclamaciones de mayor autogobierno. Es decir, allí donde el líder de ERC, Josep Lluís Carod, había ofrecido un pacto de los cuatro partidos catalanistas, CiU pretende derivar a acuerdos bilaterales con Esquerra.

Pero mantener la ambigüedad de CiU, no obstante, sólo era posible si ayer los nacionalistas no se veían obligados a votar en el Parlament la oferta de ERC. Si los republicanos la hubieran sometido a la Cámara, como pretendían, CiU habría votado en contra porque era incompatible con el apoyo del PP. Ante esa situación, los republicanos optaron por retirar la propuesta, que era la primera de las que había presentado como conclusión del debate de política general.

El diputado republicano Josep Huguet anunció, sin embargo, que ERC abriría la semana próxima una ronda de conversaciones con CiU, el PSC e IC-V para explorar de nuevo la viabilidad de la 'mayoría catalanista' en el Parlament. Esa oferta recibió de inmediato un fuerte varapalo desde todos los frentes. El portavoz adjunto de CiU, Enric Millo, mostró la 'perplejidad' de los nacionalistas ante el mantenimiento simúltáneo de ofertas de colaboración y de reprobación. No en vano ERC suscribió la moción conjunta de los tres grupos de la izquierda para reprobar al Gobierno de Pujol.

Joan Boada, portavoz de IC-Verds, dejó bien claro que a juicio de los ecosocialistas 'no es hora de pactos nacionales' como el ofrecido por ERC, sino de 'escoger entre derecha e izquierda'. Los ecosocialistas piensan que, a estas alturas, el principal efecto de la oferta de ERC es el de 'dar oxígeno' a CiU y 'proporcionar unas muletas' al 'agónico' Gobierno de Pujol.

Un suspiro

En contra de lo que sostenían los republicanos, el portavoz del PSC, Joaquim Nadal, dio por muerta la propuesta de Carod, una vez que ni Pujol ni el propio PSC ni IC-V la habían aceptado. 'Ha durado lo mismo que un suspiro', dijo. El tiempo que transcurrió para que el presidente Pujol pudiera ofrecer el miércoles en su debate con Carod 'un momento de introspección nacionalista'. Según la posición del PSC, esa oferta no podía durar más, por mucho que ahora los republicanos 'quieran prorrogarla' abriendo conversaciones sobre ella.

'No es hora de apuntalar un gobierno como el de Pujol, sino de hacer uno nuevo, que obviamente ha de estar encabezado por la izquierda', dijo el portavoz del PSC, Miquel Iceta.

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