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Crónica:'LA NOCHE... CON FUENTES Y CÍA.' | TELE 5
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Amiguetes'

El amiguetismo es una corriente de humor que nació a finales del siglo XX y que sigue vigente en el XXI. Con franquicias en Madrid y Barcelona, aspira a instaurar un buen rollo hegemónico y algo endogámico que desbanque la tradición moranquista. El movimiento va desde El Gran Wyoming a Buenafuente pasando por Santiago Segura, Pablo Carbonell, Paz Padilla y otros cómicos de la labia. La renovación incluye el uso y abuso del monólogo, un look homologado con la parabólica y el deseo de entretener a las masas con humor. En este marco, Manel Fuentes inauguró el domingo La noche... de Fuentes y Cía., un late night que huele a banco de pruebas para una apuesta diaria.

Fuentes, que fue bautizado en el ruedo catódico como imitador espontáneo de Stóichkov, basa su encanto en una suma de agilidad, descaro, simpatía y ambición. Asimila bien las lecciones de sus maestros Puyal y Sardá y, como Zelig, adapta las virtudes de cuantos le rodean con eficacia de vampiro. Para su estreno, contó con dos invitados que se cambiaron los papeles. Javier Sardá demostró un dominio de la entrevista digno de político en campaña mientras que Felipe González, con sus chistes, parecía buscar trabajo en El club de la comedia (que no hablara de los atentados induce a pensar que estaba enlatado). Fuentes se ha rodeado de amigos solventes que no pudieron demostrar lo que valen. Bermúdez pudo lucirse y presentó un vídeo brillante, Pablo Motos estuvo lejos de su nivel radiofónico, Quique San Francisco no disipó la niebla de su mirada, Santi Rodríguez hizo de Ramón García gore y Fuentes, nervioso, no atendió a sus invitados y apostó por su baza más personal: la ironía sobre la familia real. Entre tanto macho, se echó de menos la presencia de mujeres.

La noche... insiste en un género cuyo gran mérito es estar acabando con el lado más antiguo de la televisión para modernizarlo con un tipo de frivolidad que, cuando triunfe, quizás ya esté obsoleta y cuyo mayor defecto radica en su algo enfermiza endogamia. ¿Lo que más me gustó? Cuando, tras un alarde de gestualidad seductora, Sardá preguntó: 'González viene después, ¿verdad?'. Y, con esa sabia agilidad mental que tanto contrasta con su programa, añadió: '¡Cómo ha cambiado todo!'. No sabes hasta qué punto, Javier.

[La noche logró 2.775.000 espectadores y un 32,4% de cuota de pantalla].

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