Geografía

La riqueza de la información disponible permitía hacerlo. Una veintena larga de profesores de tres universidades valencianas, coordinados por Joan Romero, Alfredo Morales, Julia Salom y Fernando Vera, acaban de publicar un libro titulado La periferia emergente. La Comunidad Valenciana en la Europa de las regiones (Ariel) que desborda los límites de un manual académico. Su enfoque del País Valenciano en el mapa de la Unión Europea sitúa nuestro territorio como un eslabón del arco mediterráneo que ha mejorado relativamente su posición expansiva (como una periferia que 'emerge') pero sigue ofreciendo algún serio peligro de fractura en relación con los principales polos metropolitanos de Barcelona, Milán, Lyon y Florencia, a causa, además del déficit de infraestructuras públicas, de 'la escasez de ciertos factores básicos, como el acceso a servicios avanzados, la información y conocimientos innovadores, o la disponibilidad de capital humano cualificado'. La mirada geográfica moderna, pluridisciplinar, aborda aspectos como las comunicaciones, la población, la cohesión social, la competitividad productiva, las dinámicas urbanas, el turismo, los regadíos, los riesgos naturales, los espacios protegidos, los recursos del agua o los conflictos por el uso del suelo. Baja tasa de actividad (muy baja para las mujeres), insuficiente nivel de formación y deficiente calidad del empleo bosquejan un problema estructural de capital humano que lastra el dinamismo y la fuerza exportadora de una economía que, por otra parte, sobreexplota recursos y ejerce una presión excesiva sobre el medio natural. Situado en el grupo de 50 regiones que, entre las 211 de la UE, todavía son Objetivo 1 porque su renta ha sido hasta hace poco inferior al 75% de la media, el País Valenciano aparece como la octava de las 13 comunidades del arco latino en riqueza por habitante, bastante detrás de Lacio, Toscana, Liguria, Cataluña, Baleares, Umbría y Provenza-Alpes-Costa Azul; ligeramente delante de Córcega, Cerdeña y Llenguadoc-Rosselló, aunque a mucha distancia de Murcia y Andalucía. ¿Por qué no iba a ser también la geografía un antídoto de sentido común contra la intoxicación de triunfalismo que expande sin descanso la propaganda de nuestros gobernantes?