Haro
Cocido madrileño con Eduardo Haro en Lhardy. No había programa más excitante para un día cualquiera, pues ni siquiera era domingo. En el comedor grande del más antiguo restaurante de España ('No se explicaría Madrid sin Lhardy', dijo Azorín) se presentaba el libro de Eduardo Haro Tecglen Ser de izquierdas. Y más alicientes: como presentadores, Fernando Rodríguez Lafuente y Santiago Carrillo.
No llegamos a determinar qué es ser de izquierdas hoy (la lectura posterior del libro ayudó algo), pero lo pasamos bien. Lafuente dijo que no estaba en absoluto conforme con el libro y que en esto se podía ver la virtud cívica de la convivencia. Dijo que el mayor defecto era la excesiva referencia a Franco, pues esta cuestión se plantea hoy en todo el mundo y no sólo en España.
Dice Haro en su libro: 'Está pasando con la izquierda lo que empezó a pasar con Dios. Ha desaparecido, está escondida, se disfraza, toma nombres diversos mientras otros se apoderan del suyo'. Él mismo no se define como izquierdista. Un día que una periodista se lo preguntó dijo: 'Yo soy un rojo'. Es decir, alguien que sigue todas las ideas que Franco condenó, mató o exilió.
Santiago Carrillo elogió el libro, pero no dejó de criticarlo: 'El libro es muy injusto al tratar de la transición democrática. Y es muy injusto al hablar de la Constitución del 78, que fue una Constitución propia de un Estado social y de derecho'. Afirmó que la Constitución no es intocable, pero que si se hiciera hoy saldría mucho menos progresista.
'Las democracias son dictaduras refrendadas', 'Todo poder es de derechas', 'La derecha toma las palabras básicas y las convierte en lo contrario de lo que eran', 'El pesimismo es la dote de la izquierda. Gentes que proceden de la izquierda viven en esta hipocresía: la de que la izquierda es innecesaria, antigua, obsoleta...'. Haro no se cansa de poner suspensos a todo lo que se hizo, se hace y se hará en política. Pero se abrió el debate y el primer cocido del año en Lhardy, con Eduardo, marcó el inicio de la rentrée.
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