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VISTO / OÍDO
Columna
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Parejas de hecho

Los homosexuales seguirán sin poder casarse. Digo casamiento y no matrimonio, por ética y estética lingüística: no hay mater. Tampoco en el juego hombre-mujer, que huyen de la procreación, tan fastidiosa para el que nace no deseado. La derecha no quiso el martes legalizar estas parejas de útero cegado, en lo cual obedecen a una vieja moral, que a su vez tiene móviles económicos. Se ha llamado a la izquierda materialista, cuando es una definición intrínseca de la derecha: la izquierda no tiene materia y es espiritualista.

La burguesía materialista tiene protegido, estimulado y premiado el matrimonio porque su base social -'familia, municipio y sindicato', decía Franco- está en el intercambio de mujeres, en la suma de fortunas, en la herencia de propiedades, títulos y empresas, y en la dinastía en todos los poderes políticos. Es un orden, o sea el orden. No digo que en la derecha burguesa no haya homosexuales de todas clases, o sexualidades varias: muchos masturbadores, pocos bestialistas, los pederastas corrientes, los reprimidos, bastantes mirones: pero creen que eso debe ser clandestino o reservado y no oficial. Yo no tengo pudor en esa materia: solamente la reserva a que me obliga la existencia de segundas personas, ¡o de terceras cuando las hubo!, y creo que el matrimonio debería estar abolido para todos; otra sociedad donde pensiones, trasmisiones, herencias, subsidios, no dependieran del sexo sino del individuo. Y que el sexo no sea una cuestión económica; pero siempre habrá alguien que venda y alguien que pague.

La insistencia en las parejas de hecho en casarse obedece al sistema burgués, y yo mismo me he casado siempre porque estoy dentro de ese sistema, que me obliga. Por eso defiendo que el sistema acepte el derecho homosexual a casarse: porque están dentro de lo obligatorio, del Código Civil y la Constitución y costumbre y no tienen porqué quedarse fuera. La derecha -digo la derecha, fijándome en el habitual resultado del debate del martes- ¿cómo defendería el trío, o el pluralismo sin género ni número obligatorio, aun de curas con curas y monjas con monjas (o mezclados), si alguien quisiera legalizarlo?

Creo libre cualquier práctica sexual convenida, o donde el gusto sea mutuo; y si hasta si el de uno es físico y el de otro económico, no deja de ser un intercambio de valores, en el que Iglesia y Estado no deberían tener intervención.

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