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Crónica:17ª etapa | VUELTA 2001
Crónica
Texto informativo con interpretación

Heras alcanza el podio en el llano

Un abanico organizado por el US Postal hace perder tiempo a Mercado y Plaza

Carlos Arribas

Como Manolo Saiz, inventor del abanico como arma táctica, ha dimitido de la Vuelta, hubo un osado que dijo en Murcia: 'Puede que camino de Albacete haya viento, pero ya no hay molinos'. ¡Qué error! No está Saiz o, si está, está sólo para intentar acabar cuanto antes esta Vuelta que tanto se le alarga al ONCE-Eroski. Pero sí que está Bruyneel, su alumno aventajado, que tampoco está mal.

Dicen los corredores que durante una Vuelta a los directores hay que creerles, como mucho, la mitad de lo que dicen. En el caso del director del US Postal ese porcentaje es exagerado. Ayer, en la salida, como siempre que se llega a Albacete, tocaba psicósis de viento y, cuando le preguntaron, el belga dijo. '¿Pero qué viento? Hoy es imposible hacer un abanico'. Y por la tarde, ya el hombre más feliz del mundo, se reía de su mentira y daba su lección táctica. 'La clave está en hacerlo en el momento justo. Ni siquiera hace falta un viento exagerado', dijo Bruyneel, sonrisa pícara en los ojos del veterano participante en el abanico más histórico, aquél que, con él en el ONCE, dejó a Escartín y Rominger a más de siete minutos entre Cuenca y Albacete. 'Se trata de que haya unos cuantos amagos. Un intento y para atrás, y así; y cuando la gente se confía, zas, les das'.

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Por las rectas de La Mancha, atravesando el pelotón como una flecha afilada los montes de Chinchilla, soplaba, ligero, el viento del Oeste, desde la izquierda de la carretera. Comenzaron los amagos. La primera vez fue el Festina. Se fue, en línea, a la derecha de la carretera y empezó a cerrar contra la cuneta a los que iban detrás. Todos marchaban incómodos, que es de lo que se trataba: el primero que levantara el pie abriría un hueco insuperable. Afortunadamente, llegaron los del Telekom, a los que les gustan las etapas plácidas para que Zabel llegue a meta sin desgaste, y abrieron la carretera a la izquierda para comodidad de todos. La segunda vez fue el US Postal, los potentes rodadores del equipo de Heras. Como el día veloz de Zaragoza, todos se fueron delante. Sevilla, Casero y compañía, y hasta Mercado, escamados, se asomaron por allí, vigilantes. Dos de mosqueo. Hubo otra y ya pocos rivales se acercaron a ver qué pasaba.

Y luego, de repente, a 30 kilómetros de la meta, la cuarta. Zas. Cuando se quisieron dar cuenta, hasta Heras, que alcanzó el podio, y Rubiera, organizadores del acto, las pasaron canutas para entrar con los primeros. Casero, también. Fue el único del Festina que cogió el tren. Los del Kelme no sufrieron. A los de Belda no se les engaña tan fácilmente. Son pegajosos. Hasta pinchados, como Sevilla, con el tubular desinflado los últimos seis kilómetros, aguantan. Quienes no estaban, una vez más cazados atrás, fueron los del iBanesto.com, como Mercado, que perdió el sitio en el cajón, y los demás del Festina, con Plaza. El madrileño ya no podrá aspirar a él, entre otras razones porque su equipo tardó unos 20 kilómetros en reaccionar. Quien no reaccionó fue el Chava. Se descolgó al tercer grupo y no colaboró en la caza frenética, agotadora e inútil, que emprendieron por La Mancha. Donde sí que hay molinos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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