Guillotina
Comparto con Martí Domínguez la admiración por la última obra del cineasta galo Eric Rohmer La inglesa y el duque, así como muchas de las afirmaciones que en su artículo de ayer se contienen. Me sorprende, sin embargo, que Domínguez limite la acción criminal del terror francés a los aristócratas guillotinados a los que tanto alude, puesto que víctimas mortales de aquel voraz totalitarismo (no sólo jacobino) fueron en realidad todos aquéllos que tuvieron la desdicha de cruzarse con la mirada inquisidora de los revolucionarios en el poder: desde los mismos revolucionarios (Danton, Desmoulins...), hasta párrocos, monjas de clausura y frailes conocidos por su extrema caridad (de esto la película aporta una patética pincelada), pasando por los innumerables seres indefensos e inocentes (mujeres, ancianos, niños) que sucumbieron en La Vendée, la escabechina programada que prefigura en sus macabros detalles los genocidios del siglo XX.
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