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Crónica:Liga de Campeones | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Mallorca paga la novatada

El equipo balear encajó dos goles de manera absurda que el Panathinaikos administró con oficio

Ramon Besa

Vencido por la solemnidad del torneo y engatusado por un adversario que más sabe por viejo que por diablo, el Mallorca, blando y falto de agresividad, se desplomó en Atenas víctima del mal del novato. Le vino grande la competición, el campo, el rival, el partido y cuanto rodea a un acontecimiento que demanda sobre todo saber estar y personalidad. Para enfrentar a equipos como el Panathinaikos no basta con la vitalidad, con un estado de ánimo optimo, con la jovialidad que provoca una victoria como la conseguida la primera jornada frente al Arsenal. Una cosa es jugar la Liga de Campeones y otra distinta disputarla, y al Mallorca le faltó ayer un palmo por lo menos para negociar un buen resultado ante el rival que le discutía el liderato.

PANATHINAIKOS 2| MALLORCA 0

Panathinaikos: Nikopolidis; Seitaridis, Henriksen, Kirgiakos, Fissas; Basinas, Paulo Sousa; Michaelsen, Karagounis (Kolkka, m.80); Vlaovic (Vokolos, m.84); y Konstantinou (Olisadebe, m.80). Mallorca: Leo Franco; Fatih, Fernando Niño, Nadal, Miquel Soler; Campano (Novo, m.70), Marcos (Riera, m.85), Engonga, Paunovic; Etoo y Luque (Carlos, m.59). Goles: 1-0. M.25. Vlaovic aprovecha la mala sincronización de la defensa del Mallorca en un balón largo que le envía Michaelsen y marca por encima de Franco. 2-0. M.28. Fatih marca en propia puerta tras una pugna entre Franco y Konstantinou en el interior del área. Árbitro: Konrad Plautz (Austria). Mostró tarjeta amarilla a Fissas y Niño que no podrá jugar el próximo partido por acumulación de amonestaciones. Unos 17.000 espectadores en el estadio Apostolos Nikolaidis de Atenas. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas de los atentados en Estados Unidos.

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Al Mallorca le enredaron de mala manera. Justamente cuando parecía que había domado el partido, le desnucaron en dos jugadas que revelaron su inocencia frente al oficio del Panathinaikos: pase largo del volante derecho, el punta que le gana la espalda a los dos centrales y remate sobre la salida del portero. Los dos goles cobraron un valor desmesurado en una contienda que transcurría hueca y dormida, francamente esperanzadora para el plantel de Krauss, que desplegó una alineación que parecía sensata, procurando sobreponerse a un ambiente tan intimidador que se suponía le exigiría un esfuerzo heroico. Falsa impresión: nada que ver la previa con el partido.

La hinchada cantaba y cantaba, voceaba a veces, y, eso sí, procuraba arbitrar el partido o, cuanto menos, hacerle ver al colegiado que o se portaba o le darían la noche. Igual de indulgente se portaba el Panathinaikos, que regaló la pelota, se escondió en su campo y, por un momento, pareció incluso un equipo fracturado, demasiado jerarquizado, sobre todo por las riñas de Paulo Sousa a los medios y laterales. Más que el infierno, el estadio Apostolos Nikolaidis parecía el paraíso para el Mallorca, que comenzó a jugar tan pancho que le pillaron en babia. Engonga y Marcos podían con Sousa en la divisoria y Etoo andaba tan sobrado que se bajó hasta la línea de tres cuartos para armar la última jugada. Tocaban y tocaban los rojos mientras corrían y corrían los verdes. Hasta que Michaelsen se perfiló por el flanco derecho en su propio campo, Vlaovic buscó la diagonal y de la conexión salió un gol que dejó mal parados a los centrales y a Franco, por no citar a Paunovic, que no tapó el centro.

La jugada se repitió tres minutos después y, aunque su gestación fue más confusa, acabó igualmente en la red. Había dado la impresión de que no pasaba nada y el marcador decía que el Panathinaikos ganaba por 2-0. Vlaovic había resultado más determinante que Etoo en la aceleración del juego, en la intervención decisiva, la que da sentido al fútbol.

Pese a su voluntarismo, el Mallorca persistió en su juego ñoño, pausado, incapaz de desbordar a un rival más trabajador que fogoso y de fútbol físico, presionante y directo. Por mucho toque y elaboración del juego, no había manera de trabajarse una ocasión de gol frente a Nikopolidis. El Panathinaikos no es un equipo al que le guste llevar la iniciativa sino jugar a la contra, de manera que el partido le quedó que ni pintado desde el principio. Kostantinou tuvo hasta tres ocasiones de gol para acabar de voltear al rival que en un esfuerzo de última hora intentó de recuperar la dignidad futbolística perdida. Por dolorosa que sea, la derrota le puede venir bien para ponerse de nuevo en la faena y hacerse mayor en una competición de adultos. El trébol del Panathinaikos, de momento, pesa más que cualquier símbolo mallorquinista.

Fissas protege el balón ante Eto'O.
Fissas protege el balón ante Eto'O.REUTERS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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