_
_
_
_
FÚTBOL | La resaca de la jornada
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las coartadas y Del Bosque

Santiago Segurola

Por primera vez en los dos últimos años, se mira con sospecha a Del Bosque, víctima de una de las primeras leyes del fútbol: hay que poner cara y ojos a las derrotas.Todas las cualidades que tanto se valoraban en el técnico madridista parecen inapreciables en estos momentos. Del Bosque es el mismo hombre sensato, con un marcado sentido del club al que defiende, experto en el arte de manejar los monumentales egos de sus estrellas, hábil para sortear discretamente las tormentas que se desatan en un club como el Madrid. Nada ha cambiado en su personalidad, ni tan siquiera la entereza para aceptar una derrota como la del sábado en el Villamarín. No son valores cualquiera, y más en el Madrid, donde las tensiones afloran con tanta frecuencia que la parte de gestión de un entrenador es bastante más importante que su lado táctico.

Más información
Entrevista a Florentino Pérez en As.com:

Tampoco han cambiado demasiadas cosas en el Madrid con respecto a lo que sucedió la última temporada. Es un equipo que ha empezado a jugar de forma notable la Copa de Europa, como el pasado año, y que tiene dificultades para encontrar el hilo al campeonato de Liga. El Madrid sólo arrancó en la última semana de noviembre, después de una derrota en Soria bastante parecida a la que recibió frente al Betis. Pero entonces con mucho peor juego. La diferencia radica en la presencia de Zidane, cuya figura simplifica el trabajo de quienes necesitan respuestas sencillas a problemas complejos. Es posible que Zidane no resultara un jugador imprescindible para este Madrid, pero es imposible que Zidane no mejore al equipo, excepto que los jugadores, tan atentos a eludir responsabilidades y buscarse coartadas en las derrotas, se pongan de parte de quienes consideran que el astro francés es un problema. Eso entroncaría con la sospechosa línea que ha mantenido el equipo en los diez últimos años, incapaz de ganar dos campeonatos consecutivos. La inconsistencia del Madrid -tras la Liga que ganó con Valdano o en el año posterior a Capello- ha estado muy relacionada con la capacidad de los futbolistas para sentirse saciados con poco y con su habilidad para encontrar excusas. Y, por algunos comentarios que se escuchan en el vestuario, la excusa Zidane les viene de perlas.

Es evidente que el Madrid tiene dificultades y que muchas de ellas son consecuencia de desequilibrios y carencias, especialmente en el apartado defensivo. Del Bosque tiene trabajo a la vista. Para empezar ha recibido críticas sangrientas por las decisiones que tomó frente al Betis. Puede que el Madrid fuera demasiado vulnerable en el capítulo defensivo, pero lo mismo había ocurrido frente al Málaga y el Valencia en las dos primeras jornadas. Más importante es el mensaje que envió Del Bosque: en caso de duda, prefirió la grandeza, que es lo que se espera en un equipo de la naturaleza del Madrid. Y aunque casi nadie lo ha dicho, ese Madrid descompensado jugó una primera parte prodigiosa. A eso, y no a las coartadas de siempre, debe agarrarse el equipo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_