Toros verdaderos

Salió el toro en Valencia; eran novillos reglamentarios, pero las hechuras eran de verdaderos toros. Eran toros por fuera y por dentro: de impecable presencia, lustrosos, serios y de comportamiento igualmente serio. Es decir, que pedían el carné de profesional a todo aquel que iba por el ruedo vestido de torero, bien a pie o a caballo. Así fue la novillada de Cebada Gago, nada fácil, desde luego, por lo que todo lo que se le hacía tenía mérito. No fueron novillos al uso, y al abuso en muchas ocasiones, sino todo lo contrario, que siempre mantuvieron a la gente en guardia, atenta a todo lo que ocurría en el ruedo.

Esta novillada de Cebada puso a prueba a los lidiadores. Los hubo incluso con peligro, como los dos primeros y el quinto. El mejor fue el cuarto, que tuvo recorrido y fijeza. El sobrero de La Quinta también tuvo trapío de toro, fue bravo con el caballo, pero se vino a menos en la muleta.

De los tres espadas, el mejor parado fue Sergio Navarro, precisamente el menos toreado de la terna, ya que ésta era su primera actuación de la temporada. Siempre estuvo firme, tanto con el peligroso primero como con el buen cuarto. Sin dudar, muy decidido y corriendo excelentemente la mano en su segundo, cortó una muy merecida oreja. El debutante Martín Quintana no terminó de acoplarse en su lote. Y Juan Alberto le puso mucha voluntad y comenzó bien en el sexto hasta que fue volteado aparatosamente.