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Columna
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Banderas

La mayor parte de los municipios turísticos de renombre vende sus bondades como destino vacacional con las banderas azules de las playas como principal reclamo para atraer visitantes. Esas enseñas, que otorgan cada año las autoridades europeas, garantizan, al menos en teoría, las bondades de las playas, tanto desde el punto de vista de sus dotaciones y de los servicios que ofrecen, como de sus accesos, de la limpieza de la arena y de la pureza de sus aguas. Pero, a pesar de que las banderas azules ondean en muchas playas españolas, las condiciones que algunas de ellas ofrecen a la hora de la verdad -el mes de agosto- no se corresponden con lo que nos venden. Y es que si los exámenes que las playas deben superar para obtener las preciadas enseñas se realizaran en el mes de agosto, muchas recibirían clamorosos suspensos. Lo han podido comprobar este verano los asiduos de varias playas de renombre a lo largo del litoral valenciano, donde la calidad de las aguas ha estado muy por debajo del nivel mínimo de salubridad exigible porque algunas depuradoras no dan abasto y, como no pueden hacer frente al tratamiento de la avalancha de aguas residuales que les llega en los días punta del verano, se ven obligadas a lanzar las sobras directamente al mar. Lo que se traduce en aguas fétidas y en la aparición de desagradables restos orgánicos e inorgánicos flotantes. La cosa se agrava si en esos días punta de agosto se dan las tradicionales calmas veraniegas, que impiden la renovación del agua. De esta manera, los visitantes que acuden a esas playas atraídos por las banderas azules se llevan un buen chasco a la hora de disfrutar del preciado baño de mar. Si es cierto que las autopistas no se pueden construir con la amplitud necesaria para hacer frente a las avalanchas de las operaciones salida y regreso, porque entonces tendrían que ser de ocho carriles, las depuradoras sí que han de ser capaces de afrontar los máximos del mes de agosto, salvo que cambiemos nuestros hábitos vacacionales. De lo contrario, las banderas azules no son más que un monumental engaño.

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