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KPN se hunde un 25% en Bolsa en media hora tras fracasar su fusión con Belgacom

La telefónica holandesa ha perdido un 90% de su valor en un año por la crisis del sector

Las esperanzas de salvación de la empresa holandesa de telecomunicaciones KPN se han ido al traste. Al igual que ya ocurriera con Telefónica hace 15 meses, las negociaciones de fusión que mantenía con la operadora Belgacom, iniciadas hace cuatro meses, se han roto definitivamente, según reconocieron ayer ambas empresas. Un golpe duro para la operadora holandesa, que se dejó sentir en Bolsa: nada más conocerse la noticia sus acciones se desplomaron un 24,8% en media hora, situándose en el nivel más bajo de su historia. El precio de los títulos belgas apenas cayó un 0,1%.

Al final del día, la cotización cerró un 21,8% por debajo de la del jueves. La grave situación económica por la que atraviesa KPN, que en cuatro meses ha perdido un 75% de su valor en Bolsa (ayer la compañía sólo valía 650.000 millones de pesetas), hicieron muy difíciles las negociaciones y fueron elevando las exigencias de los belgas. Tres diferencias han llevado a la ruptura: sobre la valoración de ambas compañías, sobre el equilibrio de poder en la gestión y sobre la integración del negocio de la telefonía móvil.

El acercamiento comenzó como una posible unión entre iguales. Pero Belgacom empezó a reclamar el 60% de la compañía resultante tras la última caída estrepitosa en Bolsa de KPN en el mes de junio, provocada por un rumor de ampliación de capital.

Con todo, KPN, en la que el Gobierno holandés todavía tiene un 35% del capital, hizo grandes concesiones para asirse a lo que se considera su última tabla de salvación. La holandesa aceptó una participación de algo menos del 50% en el nuevo grupo, cedió la dirección de la compañía al belga John Goosens y accedió a establecer la sede en Bruselas.

Pero los holandeses no estaban dispuestos a aceptar que los belgas tuvieran la última palabra en la elección de los miembros holandeses del consejo de administración, como exigían. 'Después de todas las concesiones que hicimos, esto nos pareció que era inclinar definitivamente la balanza del poder a un lado', indicó ayer el presidente de KPN, Paul Smits.

Escollo insalvable, según reconoció Smits, fueron las discusiones sobre la unificación de las divisiones de telefonía móvil. La británica Vodafone, la mayor compañía de telefonía móvil del mundo y competidora de KPN en Holanda y Alemania, tiene un 25% en Proximus, la filial de móviles de Belgacom.La situación es cada vez mas dramática para KPN, que arrastra una tremenda deuda a causa de su poco acertada política de expansión internacional. La compra de una importante participación en la empresa de telefonía alemana E-Plus y, sobre todo, la adquisición de licencias de UMTS (telefonía móvil de tercera generación) en Alemania y Holanda, arrojaron a KPN a un agujero díficil de superar en un momento en el que hasta para las operadoras más boyantes es difícil encontrar financiación. Las inversiones en infraestructura y la ampliación de la participación de KPN en la compañía belga Orange han elevado la deuda en los tres últimos meses hasta los 23.200 millones de euros (3,87 billones de pesetas).

Endeudamiento

Sus responsables recordaron ayer, tras reconocer la situación, que ahora su principal prioridad es disminuir su nivel de endeudamiento. Hace ya unos meses que la compañía acometió una política de venta para centrarse exclusivamente en las actividades centrales y conseguir liquidez.

Se trata del segundo intento frustrado de fusión de KPN en menos de 15 meses. En mayo de 2000 intentó unirse a Telefónica, pero el Gobierno español y el núcleo duro de accionistas de la operadora española rechazaron la fusión. Una acción de KPN valía entonces unos 50 euros; ayer rozaba los tres euros.

Con una posición mucho más saneada, los belgas continuarán explorando otras alianzas. 'Tenemos todavía tres opciones interesantes y hay una cuarta oferta que nos acaba de llegar hace dos días', dijo el ministro belga de Privatización, Rik Daems. Más de la mitad de las acciones de Belgacom (51%) se encuentran en manos del Gobierno.

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